El adiós con matices: entre el cierre de una etapa y la posibilidad de un retorno
El senador Gerardo Fernández Noroña vivió recientemente un momento clave en su carrera política: su despedida simbólica como presidente de la Mesa Directiva del Senado. Aunque su mandato concluye formalmente hasta el 31 de agosto, la sesión del 1 de julio fue considerada por él mismo como su cierre personal al frente del órgano legislativo. Con un tono emotivo y desafiante, Noroña agradeció el respaldo recibido y declaró que haber presidido el Senado fue “la parte más importante” de su trayectoria pública.
Durante su gestión, Noroña combinó su conocido estilo frontal con la necesidad de diálogo institucional. Su presidencia no estuvo exenta de polémica: sostuvo debates encendidos con senadores de la oposición, confrontó al Poder Judicial desde la tribuna y tensó, en más de una ocasión, la relación con medios y empresarios. Pero también logró consenso en temas clave como el avance de reformas constitucionales y la contención de posturas extremas dentro del propio oficialismo.
A pesar de esta despedida, Fernández Noroña no cierra del todo la puerta a su continuidad. La decisión final recaerá en el grupo parlamentario de Morena, que deberá definir si apuesta por su reelección o da paso a la alternancia de género. El senador ha dicho estar dispuesto a hacerse a un lado si se define que el relevo debe recaer en una mujer. Incluso ha manifestado su apoyo a senadoras como Laura Itzel Castillo, quien suena con fuerza como posible sucesora.
El anuncio formal sobre su futuro se espera para el 14 de agosto, cuando presente su informe final como presidente de la Mesa Directiva. Ese día también abordará otros temas que marcarán el segundo año legislativo, como las reformas al Poder Judicial, la designación de nuevos ministros de la Corte y la posible reconfiguración del liderazgo parlamentario.
Más allá de su rol institucional, el paso de Noroña por la presidencia del Senado ha consolidado su perfil dentro de Morena. Aunque proviene del ala más radical del partido, su mandato le ha permitido tender puentes con sectores antes reacios a su figura, como empresarios y diplomáticos. Su capacidad de negociación, mezclada con un lenguaje directo y confrontativo, ha hecho de él un personaje difícil de ignorar dentro del tablero político nacional.
Sus detractores lo acusan de oportunismo y de buscar protagonismo a toda costa. Sus simpatizantes, en cambio, ven en él a uno de los pocos políticos que no temen incomodar a los poderes fácticos. Lo cierto es que, dentro y fuera de la Cámara Alta, su presencia genera reacción. Y eso, en política, es una forma de poder.
Por ahora, Fernández Noroña regresará a su escaño. Desde ahí, promete seguir defendiendo las banderas de la Cuarta Transformación. Si regresa o no a la Mesa Directiva, dependerá de los equilibrios internos de Morena, de las reglas de género y, sobre todo, de su habilidad para mantenerse como una figura necesaria, aunque incómoda, dentro del proyecto gobernante.
Las noticias que marcan el pulso de México, explicadas sin rodeos. Ale Díaz de la Vega te espera en vivo a las 10 am en El Daily Diario. Haz clic y entérate de lo que realmente importa.