Una movilización masiva en defensa de la 4T
El 6 de diciembre de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum encabezó un acto multitudinario en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México para conmemorar los primeros siete años del proyecto de la Cuarta Transformación (4T). La movilización —conocida como la “Marcha del Tigre”— partió de puntos emblemáticos de la capital, como el Ángel de la Independencia, la Torre del Caballito y Paseo de la Reforma, para culminar en un Zócalo completamente lleno.
Una demostración de fuerza política
La marcha reunió a decenas de miles de simpatizantes, incluyendo gobernadores, legisladores y representantes de fuerzas políticas aliadas. Desde horas tempranas, el centro de la ciudad experimentó saturación vial debido a la llegada de contingentes provenientes de distintos estados. La asistencia masiva se interpretó como una demostración de músculo político en un momento en el que la administración busca reafirmar su narrativa de continuidad, estabilidad y apoyo popular.
Para el gobierno, el evento funcionó como un punto de inflexión: un recordatorio de que el proyecto de la 4T conserva una base militante sólida, incluso frente a críticas sobre seguridad, manejo económico y tensiones internas en la coalición gobernante.
El discurso de Sheinbaum: logros, continuidad y advertencias
Durante su mensaje, Sheinbaum destacó los principales avances del gobierno: el aumento del salario mínimo, la expansión de programas sociales, obras de infraestructura emblemáticas, inversiones en vivienda, educación y políticas orientadas al bienestar. Subrayó su intención de preservar la filosofía de austeridad republicana y mantener el rumbo iniciado durante la administración anterior.
La mandataria también señaló que la oposición ha intentado desgastar la imagen del gobierno mediante campañas de difamación, manipulación digital y estrategias mediáticas. Aseguró que estas acciones no tendrán impacto en la continuidad del proyecto y reiteró que la mayoría de la población —especialmente la juventud— sigue respaldando a la transformación.
Un acto cargado de simbolismo
La elección del nombre “Marcha del Tigre” evocó una frase histórica: la idea de que la movilización social es una fuerza que puede “despertar” ante amenazas externas o intentos de revertir el rumbo político. En un contexto donde el país enfrenta retos de seguridad, debates sobre reformas estructurales y tensiones entre grupos sociales, la marcha operó como una reafirmación simbólica del poder popular y la legitimidad del movimiento.
Las implicaciones políticas de cara al futuro
El evento se interpreta como una estrategia deliberada: reafirmar unidad interna, mostrar capacidad de convocatoria y reposicionar la narrativa gubernamental en medio de críticas y cuestionamientos. También marca un mensaje hacia la oposición: el proyecto de la 4T mantiene cohesión y puede movilizar bases numerosas.
De cara a los procesos electorales venideros, la marcha fortalece la imagen de continuidad política y consolida el liderazgo de Sheinbaum frente a posibles fracturas dentro del bloque oficialista. Esta demostración pública podría influir en negociaciones futuras y en la definición de agendas legislativas clave.
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