Un retroceso histórico después de una década de crecimiento
Entre enero y octubre de 2025, México registró su periodo más prolongado de caída en el envío de remesas en más de diez años. Los flujos sumaron 51 344 millones de dólares, lo que representa una disminución interanual del 5.08 %. Este retroceso interrumpe un ciclo expansivo que había sostenido el consumo interno en diversos sectores, especialmente en regiones donde las remesas funcionan como motor económico primario.
El descenso no solo sorprende por su duración, sino por su magnitud: en años recientes, las remesas habían superado incluso a los ingresos petroleros, convirtiéndose en un pilar de la economía nacional. Su contracción prolongada abre un capítulo de incertidumbre para millones de familias que dependen de estos recursos para cubrir necesidades básicas.
Factores detrás de la caída: empleo, migración y frecuencia de envíos
La reducción de remesas obedece a tres factores principales.
El primero es el deterioro del mercado laboral en Estados Unidos, donde sectores tradicionalmente ocupados por migrantes —como construcción, servicios y manufactura ligera— han experimentado desaceleraciones y recortes. Esto ha reducido la capacidad de ahorro y envío de los trabajadores mexicanos.
El segundo factor tiene que ver con políticas migratorias más estrictas que han limitado la movilidad laboral, incrementado deportaciones y generado incertidumbre entre comunidades migrantes. Esta presión afecta tanto la estabilidad económica como la seguridad financiera de quienes envían dinero al país.
El tercer elemento es la caída en la frecuencia de envíos: alrededor de siete millones menos que en el mismo periodo del año previo. Aunque muchos migrantes continúan mandando recursos, lo hacen en lapsos más espaciados o en cantidades menores.
Impacto en los hogares mexicanos: una presión silenciosa
El descenso de remesas golpea directamente a familias de bajos y medianos ingresos, sobre todo en estados con fuerte dependencia migratoria como Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Puebla, Oaxaca y Zacatecas. Para muchos hogares, estos recursos representan entre 30 % y 80 % de su ingreso total mensual.
La caída prolongada significa ajustes severos: reducción de gasto en alimentos, educación, salud y mantenimiento de vivienda. También frena inversiones familiares como ampliaciones, compra de terrenos o pequeños emprendimientos que comúnmente se financian con remesas.
Implicaciones para la economía nacional
Más allá del impacto social, la disminución de remesas implica riesgos para la economía mexicana en su conjunto. Estos recursos han sido fundamentales para sostener el consumo interno —una de las principales fuentes de crecimiento del país— especialmente en momentos de debilidad económica.
Un retroceso de esta magnitud podría repercutir en menor actividad comercial en zonas rurales, caída del crédito informal y desaceleración en sectores que históricamente dependen del flujo migrante, como materiales de construcción, comercio minorista y servicios locales.
¿Qué esperar para 2026?
Si las tendencias laborales en Estados Unidos no mejoran y las presiones migratorias continúan, 2026 podría iniciar con una baja prolongada en los envíos. Economistas advierten que México deberá fortalecer estrategias de inclusión laboral interna y programas de apoyo para mitigar el golpe en comunidades altamente dependientes.
Explora el universo de Abejorro Media: noticias, tecnología, espectáculos y mucho más. Mantente conectado con los contenidos que informan, entretienen e inspiran. Haz clic aquí para seguir nuestra programación,
y visita nuestra página de Abejorro Media para descubrir todas las secciones:
🗞️ Noticias | 🎭 Humor político | 🌟 Espectáculos | ⚽ Deportes | 💰 Finanzas | 💻 Tecnología



