Semarnat reserva estudios sobre daños por Tren Maya

Un proyecto emblemático bajo creciente escrutinio

El Tren Maya, uno de los proyectos insignia del gobierno federal, volvió a colocarse en el centro del debate público después de que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) decidiera reservar por cinco años los estudios técnicos que documentan daños ambientales en cenotes, cavernas y sistemas subterráneos de la península de Yucatán.

La decisión generó inquietud entre especialistas, académicos y colectivos ambientalistas, quienes consideran que restringir el acceso a esa información impide evaluar el impacto real del megaproyecto. La reserva también abre cuestionamientos sobre la transparencia del gobierno en materia ambiental y sobre la seguridad geológica en una región que depende de su ecosistema subterráneo para sostener vida, turismo y abastecimiento de agua.

Los daños confirmados y la preocupación social

Meses antes de que se formalizara la reserva, la entonces canciller Alicia Bárcena reconoció públicamente que al menos ocho cenotes o cavernas habían sido afectados por la presencia de concreto durante las obras. Aunque no se detalló la magnitud del daño, la declaración encendió alertas en organizaciones que desde el inicio advirtieron que la construcción del Tren Maya —particularmente en el Tramo 5— ponía en riesgo un sistema geológico altamente frágil.

Expertos en karstología, hidrogeología y biodiversidad han insistido en que los cenotes no son simples cuerpos de agua aislados, sino parte de un entramado de túneles, ríos subterráneos y cavidades que conectan todo el subsuelo de Quintana Roo y Yucatán. Alterar un punto del sistema podría desencadenar daños irreversibles en otros.

Para comunidades locales, el impacto no es solo ecológico: los cenotes representan identidad, cultura, economía y espiritualidad. Muchos habitantes dependen de ellos para actividades turísticas, agricultura y consumo humano.

La decisión de reservar la información

La Semarnat justificó la reserva argumentando que los estudios forman parte de expedientes técnicos en proceso y que divulgar los documentos podría generar interpretaciones erróneas o incompletas. Sin embargo, esta medida fue recibida con desconfianza, ya que el proyecto ha enfrentado señalamientos previos por modificaciones abruptas, cambios de ruta y autorización acelerada de Manifestaciones de Impacto Ambiental.

La reserva por cinco años significa que, hasta que se cumpla ese periodo, el público no podrá conocer:

  • Qué tipo de afectaciones estructurales fueron detectadas.
  • Cuánta superficie resultó dañada.
  • Qué especies o ecosistemas subterráneos fueron afectados.
  • Qué medidas de mitigación o restauración están planeadas.
  • Si existe riesgo para comunidades cercanas o para la operación futura del tren.

La falta de acceso a estos datos impide a investigadores independientes corroborar si los daños pueden comprometer la estabilidad del suelo o la seguridad del propio Tren Maya.

Implicaciones para la transparencia y la percepción pública

El Tren Maya ya había enfrentado críticas por presuntos daños ambientales, uso de cavidades como basamento artificial y alteración de corredores biológicos. La reserva de información refuerza la percepción entre críticos de que el gobierno busca dificultar la fiscalización ciudadana.

Para los defensores del proyecto, en cambio, la reserva permitiría evitar que datos preliminares sean manipulados o sacados de contexto, especialmente en un ambiente político polarizado. Sin embargo, incluso estos sectores reconocen que la decisión no contribuye a mejorar la confianza pública.

Impactos potenciales a largo plazo

El ecosistema subterráneo de la península es único en el mundo y funciona como la principal fuente de agua dulce para millones de habitantes. La alteración de cavernas o filtraciones podría derivar en:

  • Contaminación de acuíferos.
  • Colapsos del suelo o hundimientos localizados.
  • Afectaciones al turismo ecológico.
  • Pérdida de especies endémicas.
  • Riesgos estructurales para infraestructura cercana.

El hecho de que los estudios permanezcan ocultos limita la capacidad de anticipar estos escenarios, lo que eleva la preocupación entre científicos.

Conclusión

La decisión de la Semarnat de reservar por cinco años los estudios sobre daños en cenotes y cavernas coloca al Tren Maya nuevamente en el centro del debate nacional. La falta de acceso a esta información complica el análisis técnico independiente y profundiza las tensiones entre autoridades, especialistas y comunidades. El proyecto avanza, pero también lo hacen las dudas sobre sus consecuencias ambientales y sobre la transparencia en la gestión de uno de los ecosistemas más frágiles y valiosos de México.

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