El “camión lunar” de la NASA: así se decide el próximo rover del programa Artemis

En un rincón árido de Colorado, donde el paisaje podría pasar por escenario de ciencia ficción, la NASA está definiendo algo muy concreto: con qué “camión espacial” piensa recorrer la Luna en las próximas misiones del programa Artemis. Ahí, la empresa Lunar Outpost prueba el Eagle, un vehículo que parece mezcla de tráiler futurista y laboratorio rodante: radiadores, paneles solares, chasis robusto y una cabina amplia pensada para astronautas envueltos en trajes rígidos y poco amigables con el movimiento.

Si se compara con los buggies del programa Apolo, el salto es evidente. Aquellos rovers parecían carritos plegables de metal; esto ya se ve como maquinaria pesada para una Luna industrial, diseñada no solo para explorar, sino para trabajar.

Tres visiones para un mismo reto: mover la Luna

En 2024, la NASA lanzó un desafío a la industria: diseñar el próximo Lunar Terrain Vehicle (LTV), el rover que deberá operar en el polo sur lunar. De ese llamado salieron tres finalistas:

  • Lunar Outpost, con su camión Eagle.
  • Venturi Astrolab, con un vehículo que muchos describen como un “crustáceo sobre ruedas” por su estructura articulada.
  • Intuitive Machines, con un diseño más cercano a un buggy lunar clásico, pero actualizado a las exigencias actuales.

Solo uno de estos prototipos se convertirá en el vehículo oficial para recorrer el polo sur de la Luna, una región estratégica por su posible contenido de hielo en los cráteres y su potencial para futuras bases de exploración… y de minería.

Un entorno mortal para cualquier máquina

El reto no es solo impresionar a la NASA con un diseño bonito: es sobrevivir a uno de los ambientes más extremos del Sistema Solar.
Los nuevos rovers deberán:

  • Operar en temperaturas extremas, con cambios bruscos entre zonas de sombra y luz.
  • Soportar radiación elevada de manera constante.
  • Enfrentarse al polvo lunar, finísimo y abrasivo, capaz de colarse en cualquier junta o mecanismo.
  • Resistir impactos de micrometeoritos, que pueden dañar componentes expuestos.

Y todo eso mientras combinan conducción remota, modos autónomos y operación tripulada, gracias a sistemas como lidar, cámaras estereoscópicas y software capaz de navegar terrenos irregulares sin un “pavimento” claro.

La NASA, además, puso números sobre la mesa: el LTV deberá ser capaz de recorrer cerca de 1,300 kilómetros al año, transportar hasta 800 kilos de carga y funcionar durante varios años sin mantenimiento directo. No es un carrito de paseo: es un vehículo de trabajo diseñado para aguantar más que un proyecto de fin de semana.

Eagle: ciencia ficción retro con pies (muy firmes) en la realidad

El Eagle, de Lunar Outpost, intenta destacar también desde la estética. Sus diseñadores dicen inspirarse en la ciencia ficción previa a la era Apolo, cuando la imaginación sobre la Luna todavía no estaba limitada por catálogos de ingeniería y PDFs de especificaciones técnicas. El resultado es un vehículo que parece sacado de portadas clásicas de revistas pulp, pero atado a requerimientos muy concretos de la NASA.

Aunque el look no será el factor decisivo, sí subraya una idea interesante: los astronautas no solo necesitan algo que funcione; necesitan máquinas confiables, habitables y adaptadas a su cuerpo en un entorno donde cualquier error puede ser fatal. Si vas a vivir y trabajar en la Luna, más vale que el vehículo sea algo más que “un coche útil”.

Del desierto a la Luna: la recta final de la competencia

Después de años de diseño, pruebas con astronautas y simulaciones en terrenos desérticos que imitan la rugosidad lunar, cada empresa está en la fase de demostrar que su propuesta puede pasar del prototipo al hardware operativo.

El calendario es claro:

  • La NASA evaluará desempeño, capacidad de carga, autonomía, resistencia y facilidad de operación.
  • El anuncio del ganador está previsto para finales de año.
  • Quien se lleve el contrato no solo proveerá un vehículo, sino que se convertirá en pieza clave del futuro lunar de la agencia, acompañando misiones tripuladas, exploración científica y posibles actividades comerciales.

Lo que hoy se prueba entre polvo, roca y aire seco en Colorado, mañana podría estar avanzando sobre el regolito del polo sur lunar. Y en unos años, cuando veamos imágenes de astronautas viajando en un “camión” blanco bajo un sol fijo en el horizonte, será fácil olvidar que todo empezó aquí: en un desierto muy terrestre, donde la NASA y tres empresas privadas se juegan quién llevará las llaves del próximo vehículo oficial de la Luna.

Referencias Estaláctica™

  • Requerimientos del Lunar Terrain Vehicle (LTV) del programa Artemis, publicados por NASA.
  • Comunicaciones y materiales técnicos de Lunar Outpost, Venturi Astrolab e Intuitive Machines sobre sus prototipos de rover.
  • Entrevistas y reportes especializados sobre pruebas de vehículos lunares en entornos desérticos análogos en Estados Unidos.

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