Un visitante cósmico bajo vigilancia constante
El asteroide Bennu, de aproximadamente 500 metros de diámetro, se ha convertido en uno de los cuerpos celestes más observados del Sistema Solar. Su nombre, que proviene de la mitología egipcia, alude al ave Bennu, símbolo del renacimiento, una elección que resulta casi irónica dada la preocupación científica que despierta su posible colisión con la Tierra.
Aunque la probabilidad de impacto es extremadamente baja —menos del 0,04 %—, su órbita cercana al planeta lo convierte en un objeto potencialmente peligroso (PHA), según la clasificación de la NASA. Los astrónomos han seguido de cerca su trayectoria desde su descubrimiento en 1999, y los datos más precisos provienen de la misión OSIRIS-REx, que visitó el asteroide entre 2018 y 2021.
La misión OSIRIS-REx: una ventana al pasado del Sistema Solar
Lanzada por la NASA en 2016, la misión OSIRIS-REx (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, Security-Regolith Explorer) fue diseñada con un doble propósito: estudiar de cerca la composición de Bennu y recolectar muestras de su superficie para traerlas a la Tierra.
Durante su estancia en el asteroide, la nave cartografió con precisión su topografía, analizó la distribución mineral y detectó la presencia de compuestos orgánicos y arcillas hidratadas, indicios de que Bennu podría contener los mismos materiales que participaron en la formación de los planetas y del origen de la vida.
En septiembre de 2023, la cápsula con las muestras recolectadas por OSIRIS-REx aterrizó en el desierto de Utah, Estados Unidos. Desde entonces, los laboratorios del Centro Espacial Johnson han estado analizando su contenido, revelando que el material contiene carbono en abundancia, así como azúcares y aminoácidos simples. Este hallazgo refuerza la hipótesis de que los asteroides pudieron haber aportado a la Tierra los componentes básicos de la biología.
Cálculos de riesgo: la fecha del 24 de septiembre de 2182
Uno de los resultados más relevantes de la misión fue la publicación del estudio “Ephemeris and hazard assessment for near-Earth asteroid (101955) Bennu based on OSIRIS-REx data”, en el que la NASA establece la fecha de 24 de septiembre de 2182 como la de mayor probabilidad de colisión con la Tierra.
La cifra, sin embargo, debe interpretarse con cautela. La posibilidad de impacto es del 0,037 %, es decir, menos de una entre 2.700. Dicho de otro modo, Bennu representa una amenaza estadísticamente insignificante, pero astronómicamente relevante: su estudio permite mejorar los modelos de predicción orbital y fortalecer los protocolos de defensa planetaria.
Los investigadores lograron determinar que el asteroide realiza una órbita alrededor del Sol cada 1,2 años y que se aproxima a la Tierra aproximadamente cada seis. En estas aproximaciones, la gravedad terrestre puede alterar ligeramente su trayectoria, modificando su curso futuro. Estas zonas críticas de desviación se conocen como “ojos de cerradura gravitacional”, y una de ellas coincide con su paso cercano en 2135, lo que podría influir en su posición para el siglo XXII.
La importancia científica de Bennu
Más allá del riesgo de impacto, Bennu es una auténtica cápsula del tiempo cósmica. Su composición lo identifica como un asteroide tipo B, rico en carbono y con una estructura extremadamente porosa. Se cree que es un fragmento primitivo formado hace más de 4.500 millones de años, cuando el Sistema Solar apenas comenzaba a consolidarse.
Estudiar su superficie ayuda a entender cómo se agrupan las partículas en el espacio, cómo se forman los planetesimales y cómo ciertos materiales orgánicos pudieron migrar hacia planetas jóvenes como la Tierra. Además, Bennu ofrece una oportunidad para evaluar el efecto Yarkovsky, una leve alteración de la órbita causada por la radiación solar, que puede influir significativamente en los asteroides pequeños a lo largo de siglos.
Preparar la defensa planetaria
Aunque la probabilidad de impacto es mínima, la NASA y otras agencias espaciales consideran crucial continuar la observación y el modelado de su órbita. Bennu sirve como caso de estudio para desarrollar estrategias de defensa planetaria, un campo emergente que busca prevenir catástrofes por colisión de objetos espaciales.
En 2022, la misión DART (Double Asteroid Redirection Test) demostró que es posible alterar la trayectoria de un asteroide mediante el impacto controlado de una nave. Este precedente ofrece una base tecnológica para futuras misiones de desviación, que podrían aplicarse si se detecta una amenaza real.
La científica Kelly Fast, del Programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA, explicó que el objetivo no es generar alarma, sino conocimiento. “Debemos detectar, seguir y comprender estos cuerpos antes de que se conviertan en un peligro. Bennu no es una amenaza inminente, pero sí una lección invaluable sobre cómo prepararnos para el futuro”, declaró en una reciente conferencia.
Más allá del riesgo: el valor del conocimiento
El estudio de Bennu trasciende el temor a un impacto. Su valor científico reside en lo que puede revelar sobre nuestros orígenes y en lo que enseña sobre la fragilidad del planeta. Cada gramo de material recogido por OSIRIS-REx representa millones de años de historia condensada, un testimonio del proceso que dio lugar a la Tierra y a la vida.
Además, Bennu ofrece un laboratorio natural para experimentar con nuevas tecnologías de navegación autónoma, modelado gravitacional y manipulación de materiales espaciales, avances que podrían aplicarse en futuras misiones de minería o colonización del espacio profundo.
Conclusión
El asteroide Bennu es, al mismo tiempo, una advertencia y una promesa. Aunque su posibilidad de impacto es casi nula, su estudio ha impulsado el desarrollo de sistemas de defensa planetaria, técnicas de observación orbital y conocimiento sobre los orígenes de la vida.
A más de un siglo y medio del posible acercamiento crítico, la humanidad dispone de tiempo suficiente para comprender, anticipar y actuar. La vigilancia continua del cielo es, en última instancia, un recordatorio de nuestra vulnerabilidad cósmica y de nuestra capacidad para enfrentarla con ciencia, cooperación y curiosidad.
Referencias
- NASA. Ephemeris and hazard assessment for near-Earth asteroid (101955) Bennu based on OSIRIS-REx data.
- NASA Goddard Space Flight Center. OSIRIS-REx Mission Overview and Sample Return Results.
- Nature Astronomy. The Physical and Chemical Properties of Asteroid Bennu.
- BBC News. Asteroid Bennu: NASA says Earth impact risk remains extremely low.
- The New York Times. Bennu and the Future of Planetary Defense: Lessons from OSIRIS-REx.
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