El Desafío de la Paridad Política en México: Mujeres al Poder en 2024

2024 trae un giro en política mexicana con líderes femeninas al frente. ¿México gobernado por una mujer? Ale Díaz analiza esta revolución de género.

El panorama político para 2024 cambió de manera dramática durante los últimos meses. En principio parecía una batalla cantada entre las corcholatas de Morena que, luego de un proceso a todas luces simulado, definirían que la abanderada del proyecto sería Claudia Sheinbaum, porque así ha sido siempre la voluntad del presidente, Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, Xóchitl Gálvez irrumpió en la escena política con un impulso que tomó por sorpresa al inquilino de Palacio Nacional y a la misma oposición, que se sabía carente de perfiles que pudieran dar la batalla con dignidad.


Pero este suceso no se reduce al inesperado crecimiento de un personaje medianamente competitivo en el bloque opositor, sino que abrió una posibilidad real de que México, el próximo año, sea gobernado por una mujer. Discursivamente este mensaje es muy poderoso, y por supuesto que representará un cambio de paradigma; no obstante, lejos de romantizar la situación es necesario analizar las condiciones reales en las que ha germinado la semilla de la paridad en nuestro país.


Primero. Tendremos como candidatas a dos mujeres impulsadas por hombres y por partidos conservadores que no necesariamente sostendrán una agenda de género. A Xóchitl la abejorropulsa el PAN, un partido que, a pesar de su extravío ideológico, ha mantenido una postura clara respecto de temas como el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. Hace unos días, al ser cuestionada sobre su opinión respecto al aborto, la senadora dijo que ahora estaba obligada a respetar diferentes posturas; una declaración que se percibe incongruente, pues en el pasado había dicho que estaba a favor de que las mujeres tuvieran acceso al aborto legal y seguro.


Claudia Sheinbaum, por su parte, es la elegida del Mesías Macuspano para ocupar la presidencia, un hombre que de manera sistemática ha demostrado su falta de empatía por las mujeres a pesar de haber designado a una como su sucesora. Además, es bien sabido que como jefa de gobierno, Claudia no se caracterizó por mantener una buena relación con colectivos feministas en la capital, a quienes incluso ha señalado de racistas y clasistas por defender sus causas y manifestar su inconformidad con el contexto de inseguridad que enfrentamos todas las mujeres todos los días.


Segundo. Existe todavía una disparidad notable en la presencia de mujeres ocupando el poder ejecutivo de los tres órdenes de gobierno, aunque el avance de la última década sea alentador. En el país son 10 mujeres las que actualmente gobiernan una de las 32 entidades de forma simultánea. Imagínense: en la historia de México hasta 2018 solo nueve mujeres habían ocupado el cargo de gobernadora durante distintos períodos en siete entidades. Ahora tenemos 10 gobernadoras al mismo tiempo.
A nivel local el camino por recorrer aún es largo. Según el Sistema de Indicadores de Género de Inmujeres, el porcentaje de presidentas municipales en el país es de 22.1 por ciento. Un avance importante respecto del 9 por ciento en 2015, pero que indica una tarea pendiente en la agenda política.


Tercero. Existe una brecha muy pronunciada respecto de la presencia de mujeres en otros órdenes de gobierno y su influencia política. Mientras que el poder ejecutivo podría ser encabezado por una mujer dentro de poco, la violencia política en razón de género a nivel local representa una amenaza directa hacia las mujeres. Por mencionar un ejemplo, está el caso de Angelina Díaz Méndez, alcaldesa de Aldama, Chiapas, quien a inicios de este año, por motivo de género fue amenazada de ser violada y quemada en caso de no firmar su renuncia.
En estas elecciones, el que llegue una mujer a la presidencia determinará una nueva época para las mujeres en política. Lo deseable es que Xóchitl y Claudia sean dignas representantes y guías de un cambio histórico y trascendental, que no solo implique un cambio superficial en el sexo de quien ocupe la silla presidencial, sino el resultado de años de lucha feminista.


Habrá temas que deberán abordar con urgencia, como la violencia contra las mujeres; los feminicidios, la ley de cuidados y la violencia digital que se ha agudizado en los últimos años. Para que su llegada al poder no solo sea un logro del feminismo, sino también un logro para el feminismo.

Ale Díaz de la Vega

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