Contexto general y relevancia del tratado
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es el eje central del comercio norteamericano. Desde su entrada en vigor en julio de 2020, ha consolidado una integración económica que representa más del 65 % del comercio total de México. Sin embargo, el acuerdo contempla una revisión programada para 2026, que podría redefinir sus términos, especialmente en temas sensibles como energía, reglas de origen y comercio digital.
En este contexto, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, aseguró durante su comparecencia en el Senado que el T-MEC “va a permanecer, va a sobrevivir”, enviando un mensaje de estabilidad ante los temores de una renegociación compleja. Sus declaraciones coincidieron con la discusión del Primer Informe de Gobierno de Claudia Sheinbaum, donde se abordó la política económica y la relación con Estados Unidos.
Declaraciones de Ebrard y postura del gobierno mexicano
El funcionario afirmó que el tratado no enfrenta riesgo de ruptura y que el gobierno federal está preparado para encarar el proceso de revisión “con optimismo y unidad”. Según Ebrard, el T-MEC es una herramienta esencial para mantener la competitividad de América del Norte y atraer inversiones en sectores estratégicos como la energía limpia, los semiconductores y la electromovilidad.
Durante su intervención, también señaló que “si surgen tensiones en las negociaciones, serán responsabilidad de los vecinos del norte”, en alusión a las posturas proteccionistas de algunos sectores estadounidenses. Su mensaje fue interpretado como una defensa firme de la soberanía económica mexicana sin romper el diálogo diplomático.
Ebrard también destacó que México ya inició consultas públicas para recoger la opinión de empresas, cámaras industriales y sindicatos sobre las prioridades nacionales en la revisión del tratado. Este proceso busca construir una posición común antes del inicio formal de las conversaciones en 2026.
Importancia económica del T-MEC para México
El T-MEC no solo regula el comercio, sino que determina la estabilidad macroeconómica de la región. Estados Unidos absorbe el 83 % de las exportaciones mexicanas, y Canadá otro 3 %. El tratado ha permitido consolidar cadenas de valor en sectores como el automotriz, aeroespacial, agroalimentario y tecnológico.
Gracias al T-MEC, México se convirtió en 2024 en el principal socio comercial de Estados Unidos, desplazando a China por primera vez desde 2003. Este hito demostró el grado de interdependencia económica entre ambos países y el éxito de la relocalización industrial (nearshoring).
No obstante, la relación no está exenta de tensiones. Disputas sobre energías renovables, políticas ambientales, importaciones agrícolas y regulaciones laborales han generado controversias formales dentro del marco del tratado.
Desafíos rumbo a la revisión de 2026
A pesar del optimismo de Ebrard, los especialistas advierten que la revisión de 2026 no será un mero trámite. Entre los temas más delicados que podrían entrar en la mesa están:
- Sector energético:
Estados Unidos ha reclamado que la política mexicana favorece a Pemex y CFE, lo cual podría violar los principios de competencia del tratado. - Reglas de origen automotriz:
Empresas canadienses y estadounidenses buscan endurecer los porcentajes de contenido regional exigido para los vehículos, lo que afectaría a las plantas mexicanas. - Condiciones laborales:
Washington insistirá en la supervisión sindical y en la verificación directa de derechos laborales, en línea con el capítulo laboral del T-MEC. - Sostenibilidad y comercio verde:
La transición energética, la huella de carbono y las regulaciones ambientales se convertirán en nuevos ejes de discusión. - Comercio digital:
Se prevé una actualización de las reglas sobre datos, ciberseguridad y propiedad intelectual ante los cambios tecnológicos globales.
El papel de México ante la nueva coyuntura
El gobierno mexicano busca llegar a la revisión con una posición unificada y proactiva. La Secretaría de Economía trabaja en coordinación con la iniciativa privada, los gobiernos estatales y las cámaras empresariales para fortalecer la competitividad de las cadenas productivas.
Ebrard ha reiterado que el país no acudirá a las negociaciones con una postura defensiva, sino con la intención de consolidar los beneficios del tratado y atraer más inversiones. Su objetivo es garantizar que México mantenga un equilibrio entre soberanía económica y apertura comercial.
También se prevé que México utilice el proceso para promover su liderazgo en manufactura verde y nearshoring, áreas donde el país ha ganado terreno frente a China y el sudeste asiático.
Reacciones políticas y empresariales
Las declaraciones del secretario fueron bien recibidas por el sector empresarial. El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Concamin manifestaron su apoyo al enfoque del gobierno, destacando que la continuidad del T-MEC es fundamental para preservar empleos y estabilidad económica.
En contraste, algunos legisladores de oposición cuestionaron la falta de claridad sobre la estrategia energética y el manejo de disputas laborales, advirtiendo que esos puntos podrían convertirse en fricciones con Estados Unidos y Canadá.
Pese a las diferencias, existe consenso en que el T-MEC es una herramienta irremplazable para el desarrollo económico del país. Su continuidad garantiza no solo exportaciones, sino la atracción de nuevas inversiones en sectores de alto valor agregado.
Perspectivas a mediano plazo
A medida que se acerca la revisión del tratado, México enfrenta un escenario de oportunidades y riesgos. La integración regional es clave para competir frente a Asia, pero requiere coordinación entre gobiernos y empresas.
El desafío principal será mantener la competitividad sin sacrificar soberanía, aprovechando las ventajas geográficas, logísticas y de talento que ofrece el país. La nueva administración de Claudia Sheinbaum deberá equilibrar diplomacia, estrategia industrial y responsabilidad ambiental para asegurar que el T-MEC siga siendo un motor de crecimiento sostenido.
Conclusiones
El mensaje de Marcelo Ebrard busca tranquilizar a los mercados y reafirmar que México no permitirá que el T-MEC se debilite. Su postura refleja una visión pragmática: defender los intereses nacionales mientras se mantiene una relación constructiva con Estados Unidos y Canadá.
El tratado, más que un documento comercial, es una columna vertebral de la economía mexicana, y su renovación exitosa en 2026 definirá buena parte del rumbo económico del país durante la próxima década.
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