La nueva convivencia
Lo que hace unos años sonaba a chiste de caricatura —un robot que limpia tu casa mientras tú ves series— hoy es parte de una competencia real entre empresas que prometen llevar la inteligencia artificial al fregadero.
El lanzamiento de NEO, el robot doméstico de 1X Technologies, encendió la conversación sobre la próxima frontera: la era de los humanoides en casa.
Y no, no hablamos de esos aspiradores redondos que se atoran con los cables, sino de androides capaces de doblar ropa, preparar café o abrir la puerta cuando llega el repartidor.
Tecnología que impresiona… y asusta
Detrás de cada demostración viral hay una coreografía de algoritmos, sensores y entrenamiento supervisado.
Los robots humanoides ya pueden moverse con fluidez, reconocer objetos y aprender de su entorno.
Pero aquí viene el giro: aún no son completamente autónomos.
NEO, por ejemplo, depende de operadores humanos remotos para resolver tareas complejas, lo que significa que la línea entre “asistente” y “cámara con piernas” sigue siendo bastante delgada.
Las empresas lo venden como “aprendizaje colaborativo”, pero la idea de que un desconocido pueda ver tu sala en 4K mientras tu robot acomoda los cojines no suena precisamente a confort futurista.
El espejismo del hogar del futuro
El marketing dice que los humanoides “liberarán nuestro tiempo” y harán más fácil la vida diaria.
La realidad es que aún son caros, torpes y dependientes de la nube.
Cada comando de voz, cada movimiento y cada gesto se registra, analiza y archiva.
En un mundo donde hasta las licuadoras tienen Wi-Fi, confiarle a una máquina con brazos el acceso a tu hogar es un acto de fe… o de optimismo tecnológico extremo.
Y aunque los avances son impresionantes, la pregunta es inevitable:
¿realmente necesitamos un robot que saque la basura, o solo queremos sentir que vivimos en Los Supersónicos?
América Latina y el costo del futurismo
En países como México o Brasil, el panorama es distinto.
El precio de estos dispositivos —entre 15 y 25 mil dólares— los coloca más cerca del arte conceptual que del electrodoméstico promedio.
Y aunque eventualmente bajarán de precio, los desafíos culturales y económicos siguen siendo enormes:
infraestructura eléctrica, conectividad, seguridad digital y, sobre todo, la confianza.
Porque si algo define a nuestra región, es que antes de dejar entrar a un desconocido a casa, queremos saber quién es su mamá.
Entre la fascinación y la sospecha
Los humanoides domésticos son, sin duda, un salto tecnológico gigantesco.
Pero también son un espejo de nuestras contradicciones: queremos comodidad, pero tememos perder el control.
Soñamos con la ayuda perfecta, pero no queremos sentirnos vigilados.
Quizá el futuro no sea una invasión de robots, sino una convivencia silenciosa con ellos: una alianza entre lo humano y lo programado, donde aprendamos a confiar… lo justo.
Por ahora, tal vez el mejor consejo sea el de siempre:
antes de comprar uno, revisa si al menos sabe preparar un buen café.
Referencias
- The Verge: “Household humanoids and the future of AI helpers”
- Wired: “The ethics of bringing robots into your home”
- MIT Tech Review: “Why domestic robots still need humans behind them”
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