López‑Gatell será embajador ante la OMS

Claudia Sheinbaum nombra a Hugo López‑Gatell como representante ante la OMS, desatando críticas por su gestión de la pandemia.

El regreso de un rostro polémico

La presidenta Claudia Sheinbaum anunció el nombramiento de Hugo López‑Gatell como representante permanente de México ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra. Esta decisión, comunicada desde Palacio Nacional, no solo busca posicionar al país dentro de los debates sanitarios internacionales, sino también reinsertar a una figura profundamente polarizante en el escenario político global.

López‑Gatell se convirtió en un personaje central durante la pandemia de COVID‑19 como subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. Fue, durante tres años, la voz más visible del gobierno federal frente a la emergencia sanitaria. Sin embargo, su gestión fue objeto de fuertes críticas por parte de especialistas, académicos y opositores, quienes señalaron errores en la estrategia nacional, omisiones en el manejo de datos y mensajes contradictorios en los momentos más críticos de la crisis.

El regreso de López‑Gatell en este nuevo rol representa, según Sheinbaum, una decisión soberana, sustentada en sus credenciales académicas y experiencia internacional previa, pero también envía un mensaje político: la Cuarta Transformación sigue respaldando a sus cuadros clave, pese a la controversia que los rodea.

Sin ratificación del Senado: un debate institucional

Uno de los elementos que generó más ruido alrededor del nombramiento fue la forma en que se llevó a cabo. El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, inicialmente declaró que no existía una propuesta formal de López‑Gatell y que cualquier cargo internacional debía ser ratificado por la Cámara Alta. Más tarde corrigió su declaración y celebró públicamente la designación.

Sin embargo, la discusión jurídica quedó abierta. Sheinbaum sostuvo que, por tratarse de una representación permanente y no de una embajada formal, no se requería la intervención legislativa. La oposición y algunos juristas discreparon, señalando que la representación de México ante organismos multilaterales con implicaciones de política exterior sí debería pasar por el Senado.

Esta tensión reveló la ambigüedad de ciertas figuras diplomáticas y la forma en que el Ejecutivo ha utilizado márgenes legales para evitar procesos de ratificación, especialmente cuando el Congreso no le es completamente favorable. La falta de claridad en la normatividad sobre estas figuras abre un debate sobre la transparencia, la rendición de cuentas y los límites del presidencialismo.

Reacciones divididas

Como era de esperarse, las reacciones políticas ante el anuncio fueron diversas. Legisladores de Morena y sus aliados defendieron la trayectoria profesional de López‑Gatell, destacando su formación académica, su paso por organismos internacionales y su rol estratégico durante la pandemia. En contraste, senadores de oposición calificaron el nombramiento como una provocación y una afrenta a las víctimas del COVID‑19, muchas de las cuales atribuyen al exsubsecretario decisiones que costaron vidas.

En redes sociales, la controversia se reactivó con fuerza. Algunos celebraron el regreso de una figura con experiencia técnica y capacidad para representar a México en foros globales. Otros recordaron episodios dolorosos, como el subregistro de muertes, la minimización del uso de cubrebocas, o las contradicciones en el proceso de vacunación.

A nivel académico, expertos en salud pública también dividieron opiniones. Mientras algunos reconocen su capacidad técnica, otros advierten que la gestión de crisis no fue transparente ni basada en evidencia. Para muchos, el debate no es solo sobre su formación, sino sobre la ética en la toma de decisiones durante una emergencia nacional.

¿Qué implica representar a México ante la OMS?

El cargo de representante permanente ante la OMS no es meramente simbólico. Quien lo ocupa debe participar en reuniones de alto nivel, coordinar con otros países estrategias globales de salud, impulsar propuestas técnicas y políticas, y transmitir la posición oficial del país en temas como pandemias, vacunación, enfermedades emergentes, resistencia antimicrobiana, salud mental y equidad sanitaria.

México busca reposicionarse como un actor relevante en el sistema de Naciones Unidas, y la OMS es una de las plataformas más visibles para hacerlo. En este contexto, tener un representante con experiencia y redes internacionales es una ventaja. Pero también implica una exposición diplomática importante: cualquier desliz o controversia podría escalar a nivel global.

Gatell tendrá que demostrar que es capaz de superar las sombras de su gestión pasada y enfocarse en el futuro de la salud pública global. Estará obligado a dialogar con países que cuestionaron las estrategias mexicanas durante la pandemia y a sumarse a debates complejos con posiciones divergentes.

¿Premio o estrategia?

Para los críticos, este nombramiento es, más que una estrategia internacional, una especie de premio político. A pesar de haber sido derrotado en su intento por competir por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, López‑Gatell se mantiene como figura cercana al poder, y su designación puede interpretarse como una forma de mantenerlo en el aparato público sin arriesgar su presencia en el ámbito doméstico.

También es posible leer esta decisión como una forma de “exilio diplomático”: una figura incómoda que es enviada al extranjero para evitar confrontaciones internas, pero con la apariencia de un ascenso profesional.

Sea cual sea la motivación, lo cierto es que su presencia en Ginebra implicará que México defina su política sanitaria exterior en torno a un personaje cuya imagen divide opiniones. La diplomacia de salud requiere no solo conocimientos, sino también legitimidad, y en ese terreno, López‑Gatell aún tiene una deuda pendiente con amplios sectores de la sociedad.


Conclusiones

El nombramiento de Hugo López‑Gatell como representante de México ante la OMS es más que un movimiento técnico: es un acto político cargado de simbolismo. En un país donde la pandemia dejó heridas profundas, colocar a uno de sus rostros más visibles en un organismo internacional implica asumir riesgos y defender convicciones. Para el gobierno de Sheinbaum, representa continuidad; para la oposición, una provocación; para la ciudadanía, una oportunidad para exigir memoria, responsabilidad y claridad.

El reto para López‑Gatell será no solo representar a México en los foros internacionales, sino demostrar que aprendió de los errores del pasado, que está dispuesto a dialogar con sus críticos y que puede contribuir, desde una nueva trinchera, a mejorar la salud pública global.

Las noticias que marcan el pulso de México, explicadas sin rodeos. Ale Díaz de la Vega te espera en vivo a las 10 am en El Daily Diario. Haz clic y entérate de lo que realmente importa.

COMPARTE:

Título de tu página Últimas noticias de la colmena