Según el Índice de Conflictos de la iniciativa global de Datos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED), México se posiciona como el cuarto país más violento a nivel mundial, solo por detrás de Palestina, Myanmar y Siria, naciones que enfrentan conflictos armados activos. Este alarmante puesto refleja la gravedad de la violencia interna en la nación, a pesar de no encontrarse en un estado formal de guerra.
La violencia en México se atribuye principalmente a los conflictos armados relacionados con el narcotráfico y a los homicidios políticos. En 2023, al menos 43 millones de mexicanos estuvieron expuestos a eventos de violencia política. Además, se ha documentado la existencia de aproximadamente 100 grupos criminales operando en el país, lo que contribuye a la complejidad y persistencia de la violencia.
Este panorama sitúa a México por encima de otras regiones afectadas por conflictos armados, como Ucrania, Yemen, Haití y Sudán, en términos de peligrosidad y violencia. La situación es especialmente preocupante debido a la ausencia de un conflicto bélico declarado, lo que resalta la gravedad de la crisis de seguridad interna que enfrenta el país.
Expertos señalan que los altos niveles de violencia en México se manifiestan con mayor intensidad durante las coyunturas electorales, evidenciando una relación entre la violencia política y los procesos democráticos. La presencia de múltiples grupos criminales y la debilidad institucional en ciertas regiones agravan la situación, dificultando la implementación de estrategias efectivas para combatir la violencia.
La comunidad internacional observa con preocupación el incremento de la violencia en México, instando al gobierno a fortalecer las instituciones de seguridad y justicia, y a implementar medidas integrales para garantizar la seguridad de la población.
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