Un reconocimiento a más de dos décadas de carrera
La actriz británico-australiana Naomi Watts fue homenajeada el 14 de octubre de 2025 con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, celebrando más de 25 años de una carrera que combina prestigio artístico, versatilidad y permanencia.
La ceremonia, organizada por la Hollywood Chamber of Commerce, reunió a colegas, familiares y figuras del cine que destacaron su talento y compromiso con cada papel. La actriz, visiblemente emocionada, agradeció a su madre y a sus primeros mentores por haberla impulsado cuando “nadie creía en ella”.
El reconocimiento la posiciona junto a otras intérpretes contemporáneas como Nicole Kidman, Cate Blanchett y Charlize Theron, que han construido trayectorias sólidas en Hollywood desde la actuación autoral hasta el cine de grandes producciones.
Los orígenes de una actriz que desafió los rechazos
Nacida en Kent, Inglaterra, en 1968, Watts se mudó con su familia a Australia tras la muerte de su padre. Desde joven mostró interés por la actuación, pero su camino fue arduo: sufrió una larga etapa de audiciones fallidas y pequeños papeles antes de lograr reconocimiento.
Su primera gran oportunidad llegó con Mulholland Drive (2001), de David Lynch, donde interpretó a Betty/Diane en una actuación elogiada por su complejidad emocional. A partir de ahí, Hollywood descubrió a una actriz capaz de equilibrar vulnerabilidad y fuerza, dominio técnico y profundidad psicológica.
Durante los primeros años de su carrera, Watts alternó cine independiente con producciones comerciales, consolidándose como una de las intérpretes más consistentes del nuevo milenio.
Consagración y evolución artística
De 21 Grams a The Impossible
Watts recibió su primera nominación al Óscar por 21 Grams (2003), de Alejandro González Iñárritu, en la que compartió créditos con Sean Penn y Benicio del Toro. Su interpretación de una mujer devastada por la pérdida fue considerada una de las más intensas de su generación.
Diez años después, en The Impossible (2012), dirigida por Juan Antonio Bayona, volvió a ser nominada al Óscar por encarnar a una madre que sobrevive al tsunami de Tailandia. La película no solo consolidó su prestigio internacional, sino que la convirtió en referente de cine emocionalmente realista.
Una carrera sin etiquetas
A lo largo de su trayectoria, Watts ha rechazado ser encasillada. Ha trabajado con cineastas de autor como David Lynch, Gus Van Sant, Michael Haneke y Clint Eastwood, y al mismo tiempo ha participado en producciones de gran escala como King Kong (2005), The Divergent Series y The Watcher para Netflix.
Su estilo combina disciplina actoral, intuición emocional y riesgo constante, características que la han mantenido vigente en un entorno cambiante.
La ceremonia: entre lágrimas, risas y gratitud
La entrega de la estrella se llevó a cabo frente al histórico El Capitan Theatre de Los Ángeles, donde Watts estuvo acompañada por sus hijos, amigos y colegas.
Entre los asistentes destacaron Nicole Kidman, su compatriota y amiga de décadas, el director Alejandro G. Iñárritu, y la actriz Laura Dern, quien ofreció un discurso en el que describió a Watts como “una artista sin artificios que actúa desde la verdad más pura”.
En su mensaje, Watts recordó sus inicios difíciles y la importancia de la persistencia:
“Durante años me dijeron que no tenía el rostro ni la voz adecuada. Hoy estoy aquí gracias a cada ‘no’ que me obligó a creer más en mí misma.”
La actriz también dedicó unas palabras a las mujeres del cine, animándolas a “seguir contando historias desde su mirada, sin pedir permiso”.
Impacto y reacciones
Resonancia en la industria
El homenaje fue ampliamente cubierto por medios internacionales y celebrado por figuras del cine. Críticos coincidieron en que Watts representa un tipo de estrella en extinción: comprometida con el arte, ajena al escándalo y con una filmografía diversa que abarca desde el cine psicológico hasta la fantasía y el drama familiar.
Su estrella número 2,789 del Paseo de la Fama simboliza no solo la consolidación de su carrera, sino también el reconocimiento a una intérprete que ha sabido reinventarse sin perder autenticidad.
En redes y entre sus seguidores
Las redes sociales se llenaron de mensajes de admiración y nostalgia, recordando escenas de Mulholland Drive, The Impossible y King Kong. Miles de fans compartieron fragmentos de entrevistas y discursos donde Watts reflexiona sobre la empatía y el oficio actoral.
Resonancia en México
En México, su homenaje fue destacado por medios especializados y festivales de cine, donde Watts ha sido figura frecuente. Su paso por el Festival de Morelia, la Cineteca Nacional y diversas masterclasses la han convertido en una figura cercana al público mexicano.
Escuelas de cine y actuación aprovecharon la ocasión para analizar su estilo interpretativo, subrayando su capacidad de transmitir emociones complejas con una economía de gestos.
Además, plataformas de streaming reportaron un repunte en reproducciones de sus películas tras la ceremonia, reflejo del impacto cultural que sigue generando su presencia.
Reflexiones finales
La estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood es un reconocimiento simbólico, pero en el caso de Naomi Watts, trasciende el gesto ceremonial. Representa una carrera forjada en constancia, talento y sensibilidad.
Watts pertenece a esa generación de intérpretes que dignifican la actuación sin buscarla como escaparate, sino como forma de conexión humana.
Su legado, aún en expansión, es un recordatorio de que el arte actoral no se mide por los premios, sino por la capacidad de permanecer viva en la memoria de quienes la ven.
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