Ovidio se declara culpable; México reclama soberanía

Ovidio Guzmán se declara culpable en EE.UU. por narcotráfico, y México reacciona criticando la falta de coordinación bilateral.

La inminente declaración de culpabilidad de Ovidio Guzmán López ante una corte federal de Estados Unidos marca un punto de inflexión en la cooperación judicial entre ambos países y en la narrativa de la lucha binacional contra el narcotráfico. El hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, uno de los fundadores del Cártel de Sinaloa, comparecerá en Chicago para modificar su declaración inicial de inocencia, aceptando formalmente su responsabilidad en una serie de delitos que incluyen conspiración para el tráfico de drogas, lavado de dinero y posesión de armas de fuego de uso militar.

Ovidio Guzmán fue extraditado a Estados Unidos en septiembre de 2023 tras una intensa operación de las fuerzas armadas mexicanas en Culiacán, Sinaloa, que dejó un saldo de más de 30 muertos, entre ellos 10 militares. El operativo, que implicó la movilización de más de mil efectivos, fue presentado como un golpe decisivo contra el liderazgo del Cártel de Sinaloa, en particular contra la facción conocida como “Los Chapitos”, encabezada por los hijos de El Chapo. Sin embargo, la inestabilidad generada en la región y la posterior extradición del detenido sin consulta al Congreso ni información detallada a la opinión pública mexicana provocaron críticas internas sobre la forma en que se ejecutó la operación y la posterior entrega del capo.

La audiencia prevista para el 11 de julio en la Corte del Distrito Norte de Illinois se centrará en la lectura de los nuevos términos del proceso judicial. Según reportes preliminares, la admisión de culpabilidad forma parte de un acuerdo con la fiscalía que podría implicar una reducción en la pena a cambio de cooperación. Esto incluiría, potencialmente, testificar contra otros miembros del Cártel de Sinaloa, operadores financieros, empresarios, e incluso exfuncionarios involucrados en la red de protección institucional que durante décadas permitió al cartel operar con impunidad tanto en México como en Estados Unidos.

La posibilidad de que Ovidio Guzmán se convierta en testigo clave en varios procesos judiciales ha desatado un debate en México sobre la soberanía nacional, la transparencia del proceso de extradición y la ética de negociar con criminales de alto perfil. La presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado su desacuerdo con la manera en que se ha manejado el caso, subrayando que las decisiones unilaterales del gobierno estadounidense afectan la estabilidad en regiones ya vulnerables. En sus declaraciones más recientes, la mandataria recordó que la captura de Ovidio fue uno de los eventos más violentos de la actual administración, y cuestionó si los beneficios legales que podría recibir justifican el costo en vidas humanas y el caos provocado en Sinaloa.

Desde el Poder Legislativo, legisladores de distintas bancadas han exigido mayor claridad sobre los alcances del acuerdo que se estaría negociando en Chicago. Algunos senadores han solicitado la comparecencia del canciller y de representantes de la Secretaría de Seguridad para explicar por qué el gobierno federal permitió la extradición sin asegurar compromisos recíprocos de información o cooperación judicial. La oposición ha acusado al gobierno de actuar con servilismo frente a Washington, mientras que Morena sostiene que se trató de una acción legítima en el marco de los tratados internacionales.

En el ámbito judicial, el caso de Ovidio Guzmán también plantea interrogantes sobre la eficacia del sistema penal mexicano. Diversos expertos señalan que la incapacidad del Estado para juzgar y sentenciar a narcotraficantes de alto perfil dentro de su propio territorio obliga a recurrir a la justicia estadounidense como única vía para obtener condenas firmes. Este fenómeno, aseguran, no solo pone en duda la independencia del sistema judicial mexicano, sino que también erosiona la legitimidad del Estado ante la ciudadanía, al admitir implícitamente que no puede ejercer justicia por cuenta propia.

En Estados Unidos, la figura de Ovidio se ha convertido en pieza clave dentro de la narrativa sobre el combate al fentanilo. Autoridades estadounidenses lo señalan como uno de los principales responsables de coordinar laboratorios clandestinos dedicados a la producción de esta droga sintética, que ha provocado una crisis de salud pública con más de 100 mil muertes anuales por sobredosis. Funcionarios del Departamento de Justicia consideran que la colaboración de Ovidio podría desbloquear información crucial sobre las rutas del tráfico, los circuitos financieros del cártel y los vínculos entre el crimen organizado y estructuras legales en ambos lados de la frontera.

El escenario que se abre con esta declaración de culpabilidad es complejo. Por un lado, representa una oportunidad para avanzar en el desmantelamiento de una de las redes criminales más poderosas del continente. Por otro, obliga a repensar el equilibrio diplomático y judicial entre dos países que, aunque socios, operan con lógicas distintas y, a veces, contradictorias en el combate al crimen transnacional. Las decisiones que se tomen en este caso sentarán precedentes sobre el manejo de futuros extraditados y definirán el tono de la cooperación en materia de seguridad en los próximos años.

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