Puebla promulga ley censura; Armenta abre diálogo

Puebla aprueba ley contra insultos en redes; ante críticas por censura, Armenta recula y abre diálogo con activistas y prensa.

Una ley polémica que sacude el debate nacional

El pasado 12 de junio, el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta, promulgó una iniciativa que ha sido rápidamente bautizada como la “ley censura”, diseñada para sancionar conductas ofensivas y agresivas en redes sociales. El nuevo marco legal establece penas de hasta tres años de prisión y multas por insultos, injurias o agravios persistentes mediante la figura penal del “ciberasedio”. De forma simultánea, activistas, periodistas y organizaciones civiles elevaron su voz en contra, advirtiendo que esta legislación amenaza la libertad de expresión y podría convertirse en una herramienta para criminalizar críticas legítimas hacia autoridades y políticas públicas.

¿En qué consiste esta ley?

La pieza normativa define como delito cualquier conducta que, de manera sistemática o grave, persiga o acose a una persona mediante insultos, descalificaciones o humillaciones en línea. Con un marco punitivo severo, se pretende frenar la difusión de discursos de odio y proteger a ciudadanos que sufren acoso digital.

No obstante, críticos advierten que los términos utilizados, como “insultos” o “humillaciones”, son excesivamente vagos. Esto abre la puerta a interpretaciones subjetivas, donde el ejercicio de crítica ciudadana puede clasificarse erróneamente como delito. Alertan sobre un posible efecto disuasivo sobre periodistas, académicos y ciudadanos que se manifestaran en internet.

Reacciones y preocupaciones

La promulgación de la llamada “ley censura” generó respuestas inmediatas. Organizaciones defensoras de los derechos humanos manifestaron su rechazo y pidieron su derogación. Además, plataformas como la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI) y Artículo 19 emitieron comunicados criticando que la normativa podría constituir un mecanismo de represión digital similar al “chilling effect”, es decir, para inhibir la crítica pública por miedo a sanciones penales.

Periodistas poblanos y nacionales han denunciado que la ley resulta incompatible con el marco constitucional para la libertad de expresión. Incluso sectores de la academia han llegado a calificarla como una regresión a un régimen con tintes autoritarios y restricción de derechos civiles.

Armenta recula y apuesta por mesas de diálogo

Frente a la presión social y política, el gobernador Armenta anunció apenas dos días después la convocatoria a mesas de diálogo con los principales actores involucrados: colectivos de derechos digitales, periodistas, diputados locales, académicos y activistas. La finalidad es revisar el contenido de la ley, clarificar definiciones y considerar reformar su alcance, con la finalidad de evitar abusos y garantizar la protección de la libertad de expresión.

Si bien el anuncio de diálogo fue recibido con cierto alivio por parte de organizaciones críticas, estas se mantienen cautelosas. Exigen modificaciones sustanciales, incluyendo la eliminación del carácter penal de las sanciones y una mayor transparencia en los procedimientos judiciales.

El equilibrio entre protección y censura

El debate central gira en definir hasta dónde debe el Estado intervenir en el espacio digital sin violar derechos fundamentales. Por un lado, existe una preocupación legítima por el incremento del acoso y discursos de odio hacia periodistas, mujeres y minorías. Por otro, hay un temor justificado de que se utilice la ley para silenciar opositores, críticos y periodistas incómodos.

Esta tensión no es exclusiva de Puebla, pues otras entidades del país han explorado mecanismos regulatorios similares, lo que podría representar un patrón preocupante en la estrategia de control político y mediático.

Lo que viene: revisión y alcance nacional

Las mesas de diálogo marcadas por Armenta apuntan al mes de julio como punto de revisión, donde se evaluarán las modificaciones concretas a los artículos más ambiguos. Las propuestas incluyen reducir el alcance del delito penal, sustituir sanciones por medidas administrativas y garantizar mecanismos que eviten usos políticos.

A nivel federal, el debate ya trasciende el estado. Legisladores de oposición están considerando iniciar una iniciativa de reforma que establezca criterios claros para definir el acoso digital, así como robustecer la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información, para proteger a periodistas y usuarios.

Reflexión final

Puebla se encuentra en un punto de inflexión: por un lado, busca proteger a personas del acoso en el entorno digital; por otro, corre el riesgo de instaurar un régimen que perjudique el discurso público y la crítica ciudadana. La convocatoria al diálogo representa una oportunidad para equilibrar seguridad y derechos, pero dependerá de la voluntad política y de la resistencia organizada de la sociedad civil.

Este episodio será observado de cerca por otros estados y por el Congreso, pues podría sentar un precedente sobre el control del discurso en redes y la definición de los límites entre protección legítima y censura gubernamental.

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