Una cita de alto riesgo diplomático
Claudia Sheinbaum, presidenta de México desde octubre de 2024, viajó a Kananaskis, en Canadá, para asistir como invitada a la cumbre del G7, celebrada del 15 al 17 de junio. Fue allí donde mantuvo su primer encuentro presencial con el presidente estadounidense Donald Trump. Este evento, en un contexto de alta tensión migratoria y comercial, representa un momento clave en la relación bilateral.
Durante un mitin en Tlaxcala, Sheinbaum destacó que su intervención sería firme pero conciliadora: “defender dignamente a las mexicanas y los mexicanos, de aquí y del otro lado de la frontera”. Enfatizó que su presencia buscaría fomentar el respeto mutuo, la unidad y el diálogo, subrayando: “cuando estamos juntos, somos más fuertes”.
Contexto de creciente tensión bilateral
La reunión se da tras un aumento de tensión entre ambos países en las últimas semanas. Desde Washington se optó por endurecer las redadas contra migrantes —las cuales derivaron en protestas masivas en Los Ángeles y otras ciudades estadounidenses— y en respuesta, grupos mexicanos activaron movilizaciones pacíficas tanto en EE.UU. como en la Ciudad de México.
La Casa Blanca acusó a Sheinbaum de haber alentado estas manifestaciones. Ella lo negó categóricamente, defendiendo que su llamado fue a la protesta pacífica y rechazando cualquier protagonismo político. La mandataria expresó preocupación por el empleo de fuerza excesiva durante las protestas, como el despliegue de la Guardia Nacional y marines en Los Ángeles.
Agenda conjunta: migración, comercio y seguridad
En el centro de la agenda bilateral destacan temas neurálgicos: migración, comercio y seguridad fronteriza.
En materia migratoria, Sheinbaum propuso una reforma migratoria integral que reconozca a los mexicanos residentes en EE.UU., a fin de evitar deportaciones masivas y proteger a trabajadores que, señaló, “llevan años contribuyendo a la economía estadounidense”. También solicitó abordar el impacto de las redadas, especialmente en el impuesto a remesas y el ritmo económico de familias mexicanas.
En el terreno comercial, México sufrió un fuerte golpe con la imposición unilateral de aranceles por parte de Estados Unidos (25 % sobre casi todos los bienes, excepto energía de Canadá con 10 %). Sheinbaum anunció que defendería los intereses mexicanos y previno que las tensiones comerciales pueden dañar tanto a EE.UU. como a México.
Asimismo, en seguridad fronteriza se discutió sobre la colaboración para combatir el tráfico de armas y drogas, y gestionar flujos migratorios con dignidad y orden.
Reacciones y presiones políticas
La cumbre fue observada con atención por diversos actores políticos y comunidades.
En México, diversas expresiones sociales —como “Vibra México” y “Mexicanos Unidos”— convocaron movilizaciones pacíficas, subrayando la exigencia de que prevalezca la defensa a los migrantes sin caer en violencia.
La prensa estadounidense reportó protestas masivas en Los Ángeles, destacando enfrentamientos con la policía y el uso de gases lacrimógenos como prueba del nivel de tensión.
Legisladores mexicanos, incluido Ricardo Monreal, recomendaron evitar confrontaciones innecesarias en redes sociales o declaraciones agresivas que pudieran enturbiar la visita.
Un mensaje de diplomacia activa
La visita de Sheinbaum a la cumbre del G7 y su reunión con Trump reflejan una apuesta por una política exterior activa, con México adoptando un rol propositivo dentro de un foro global. En lugar de recluirse frente a un contexto adverso, el gobierno mexicano impulsa un discurso de dignidad nacional y respeto mutuo, al mismo tiempo que plantea soluciones concretas.
La estrategia, según analistas, puede interpretarse como una señal firme a Washington: México no permitirá imposiciones unilaterales y defenderá los derechos de sus ciudadanos, pero prioriza el diálogo y las estructuras multilaterales antes que el enfrentamiento.
¿Qué sigue?
Tras la reunión, se espera que ambos países acuerden mecanismos de seguimiento para avances en una reforma migratoria que atienda los derechos de los migrantes mexicanos, instalación de mesas de trabajo comerciales y arancelarias, y planes conjuntos de seguridad fronteriza centrados en el combate al tráfico ilícito.
El impacto real dependerá de la voluntad política para implementarlos. Pero, de entrada, el encuentro marca un momento de diplomacia estratégica en un entorno marcado por fricción y desconfianza.
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