Escalada bélica y optimismo inesperado
Desde el 13 de junio, Israel e Irán se han visto envueltos en un intercambio directo de ataques aéreos y misiles. Israel lanzó ofensivas contra instalaciones nucleares iraníes y altos mandos militares, mientras Irán respondió con cientos de misiles balísticos y drones, en una acción denominada “Operación Promesa Verdadera III”. Los ataques dejaron decenas de muertos y cientos de heridos en ambos lados, incluyendo civiles en ciudades como Bat Yam, Tel Aviv y Teherán. Estos bombardeos representaron una significativa escalada en un conflicto que hasta ahora se mantenía en un marco más discreto.
En medio de esta crisis, el expresidente y actual aspirante presidencial, Donald Trump, mostró un optimismo llamativo. En su plataforma Truth Social aseguró: “Iran and Israel should make a deal, and will make a deal… We will have PEACE, soon, between Israel and Iran!” Se refirió a diversas reuniones “sin detallar” y sugirió que Vladimir Putin podría ejercer como mediador, señalando que “hablamos más de esto que de Ucrania” durante una reciente llamada telefónica.
Contraste con la realidad militar
El optimismo de Trump contrasta con las declaraciones oficiales de líderes israelíes. El primer ministro Benjamin Netanyahu ha insistido en que la campaña seguirá, y la embajadora israelí ante Estados Unidos reiteró que Israel no busca una resolución rápida, sino neutralizar lo que considera una amenaza nuclear iraní, comparando al líder supremo iraní con Hitler.
Mientras tanto, el intercambio militar continúa: Irán habría ejecutado su ataque más agresivo en años, con impactos en infraestructuras civiles en Israel. Ambas partes reportan pérdidas significativas y el conflicto afecta el comercio mundial, en particular a los mercados petroleros.
Una ronda de negociaciones nucleares en Omán fue cancelada tras los ataques, y aunque Trump afirmó que esto podría incluso acelerar un acuerdo diplomático, la realidad es que el fuego cruzado detuvo por el momento cualquier avance diplomático visible.
Trump, mediador y narrador de su legado
Esta postura encaja con la narrativa política de Trump, que ha insistido en su capacidad de mediar en conflictos. Cita casos como el arreglo entre India y Pakistán o la disputa por la represa del Nilo entre Egipto y Etiopía, y lamenta no recibir reconocimiento por ello. Su eslogan “MAKE THE MIDDLE EAST GREAT AGAIN” refuerza su aspiración a recuperar protagonismo global.
Acudir a Putin como posible mediador introduce un elemento polémico: el líder ruso también negoció el alto el fuego en Gaza, pero su rol en Jerusalén y Teherán genera desconfianza por su cercanía a Irán y por las tensiones generadas por la guerra en Ucrania.
Riesgos geopolíticos y regionales
Pese al deseo de paz expresado por Trump, el conflicto corre riesgo de expandirse. Estados Unidos ha apoyado a Israel para interceptar misiles iraníes y prometió defender sus intereses si fueran amenazados, lo que sugiere que la escalada militar podría importar a Washington más allá de la retórica.
Mientras tanto, la Unión Europea y líderes del G7 presionan por moderación, instando a Trump a utilizar su influencia para frenar la violencia. Sin embargo, la movilización continúa: Israel mantiene su ofensiva, y la respuesta iraní implica los mayores bombardeos en años. La tensión amenaza con amplificarse si intervienen actores regionales o si una potencia extranjera es atacada.
Hacia una tregua incierta
El optimismo de Trump representa un intento de reconstruir una imagen de pacificador. Sin embargo, el desnivel entre discurso y realidad es evidente. En ausencia de canales diplomáticos efectivos —la ronda de Omán está pausada—, y con ambas partes comprometidas con la ofensiva militar, la probabilidad de una tregua inmediata es baja.
La clave estará en si Trump puede articular misiones diplomáticas creíbles, posiblemente apoyadas por Rusia, y si Israel e Irán están dispuestos a un alto el fuego temporal. Hasta hoy, esa posibilidad parece lejana.
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