Anuncio de política arancelaria estratégica
El martes 8 de julio de 2025, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, reveló en una reunión de gabinete una drástica expansión de su política comercial bajo el pretexto de la seguridad nacional. Confirmó la introducción de un arancel del 50 % a las importaciones de cobre, complementando las ya existentes tarifas aplicadas al acero y aluminio. Asimismo, anticipó un arancel de hasta 200 % para productos farmacéuticos importados, con un periodo de gracia de entre 12 y 18 meses para que las empresas puedan relocalizar su producción y evitar el impuesto, protegiendo así industrias clave dentro de Estados Unidos.
Además, informó que en breves días enviará cartas a los principales socios comerciales —incluida la Unión Europea y 14 países asiáticos— para notificarles sobre nuevas tarifas que podrían fluctuar entre 25 % y 40 %, y reforzó que no habrá extensiones al plazo del 1.º de agosto de 2025, confirmando que ese será el límite inamovible para la entrada en vigor de las medidas.
Efectos inmediatos en los mercados globales
El anuncio tuvo un impacto inmediato en los mercados de materias primas: los futuros del cobre en la Bolsa de Nueva York se dispararon entre 12 % y 17 %, marcando su avance intradía más significativo desde finales de los años ochenta y alcanzando precios máximos no vistos desde 1969. Este movimiento refleja la anticipación de una mayor demanda interna y restricciones a la oferta proveniente del exterior.
Los mercados financieros, aunque tensos, experimentaron reacciones moderadas en los principales índices bursátiles estadounidenses, que registraron leves correcciones en respuesta al aumento de la incertidumbre comercial global.
Implicaciones industriales y comerciales
La medida busca un doble objetivo: estimular la repatriación de la producción de cobre y medicamentos a EE.UU., fortaleciendo sectores estratégicos como el de vehículos eléctricos, infraestructura y salud; y presionar a socios comerciales vulnerables a través de cartas advertencia que anticipan la imposición de aranceles generalizados si no se alcanzan acuerdos favorables.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, señaló que las nuevas tarifas sobre el cobre entrarían en vigor “a más tardar el 1.º de agosto” y que los aranceles a fármacos se aplicarían después del periodo de transición. Además, confirmó que se encuentran en evaluación tarifas similares para semiconductores, completándose los procesos investigativos a fines de julio.
Reacciones globales y advertencias
Representantes de industrias en países afectados, como Chile, Perú, Europa e India, advirtieron sobre posibles alteraciones en las cadenas globales de suministro, encarecimiento de materias primas y medicamentos, encarecimiento local y erosión de inversiones productivas. En Australia, por ejemplo, se expresó gran preocupación por los aranceles farmacéuticos, dado que el país exporta anualmente cerca de 2 000 millones de dólares en medicamentos al mercado estadounidense.
Por su parte, Europa y Japón iniciaron gestiones diplomáticas para mitigar el impacto; en Japón, se espera un impacto en el sector automotriz. Al mismo tiempo, algunas naciones analizan acciones ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), al considerar que estas tarifas podrían violar normas multilaterales y provocar una guerra comercial más amplia.
Situación financiera de EE.UU.
La Casa Blanca afirma que esta estrategia arancelaria busca reducir la dependencia de importaciones clave y fortalecer la industria nacional. Además, estiman que estas medidas generarán ingresos significativos para el fisco. No obstante, economistas advierten sobre el riesgo de inflación derivada del encarecimiento de medicamentos y materiales de construcción, menor inversión extranjera y posibles represalias comerciales.
Perspectiva a futuro
Tras el anuncio, solo algunas excepciones —como Reino Unido y Vietnam— habrían negociado acuerdos limitados. El plazo formal para concreción de nuevos pactos es el 1.º de agosto, cuando las tarifas comenzarán a aplicarse sin posibilidad de prórroga. De no concretarse acuerdos con los socios comerciales, es probable que la disputa escale hacia otros sectores productivos.
En resumen, Trump da un giro agresivo a su estrategia comercial proteccionista con medidas drásticas destinadas a cambiar la dinámica de los mercados globales. El desafío ahora recae en la reacción de los socios internacionales y en la capacidad de EE.UU. para equilibrar el impulso proteccionista sin frenar su propia economía ni abrir nuevos frentes de tensión comercial.
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