El 23 de marzo de 2025, el Papa Francisco fue dado de alta del Policlínico Gemelli de Roma después de permanecer 38 días internado debido a una neumonía bilateral. A sus 88 años, el Pontífice regresó al Vaticano para continuar con su recuperación, en un ambiente más controlado y rodeado de su equipo médico personal.

Antes de abandonar el hospital, el Papa se asomó desde un balcón del segundo piso para saludar y bendecir a los fieles congregados. Sentado en una silla de ruedas y visiblemente emocionado, expresó con voz débil: “Gracias a todos”. El gesto fue recibido con aplausos, rezos y muestras de cariño. Entre los presentes se encontraba Carmela Mancuso, de 72 años, una mujer conocida por acudir regularmente a eventos públicos del Vaticano, quien le ofreció un ramo de flores amarillas.

Los médicos informaron que, aunque Francisco ha mostrado una notable mejoría, deberá continuar con un periodo de convalecencia de al menos dos meses en la Casa Santa Marta, su residencia dentro del Vaticano. Durante este tiempo, seguirá recibiendo terapias respiratorias y motoras, además de mantener el uso de oxígeno por lapsos breves durante el día. Se le ha recomendado evitar encuentros con grandes grupos y actividades que requieran esfuerzo físico significativo para prevenir posibles recaídas.

A pesar de su estado de salud, el Papa ha manifestado su intención de continuar con sus responsabilidades desde su residencia. En particular, continuará redactando sus mensajes dominicales, atendiendo reuniones virtuales y monitoreando de cerca los preparativos para el próximo Jubileo de 2025. Su equipo de comunicación ha asegurado que no hay cambios previstos en su agenda litúrgica de Semana Santa, aunque se contempla que otros cardenales lo representen físicamente en algunos actos.

El Vaticano ha reiterado que el Pontífice no contempla renunciar a su cargo. Esta decisión ha sido respaldada por sus colaboradores más cercanos, quienes consideran que, aunque su estado de salud es delicado, su claridad mental y voluntad de seguir sirviendo a la Iglesia permanecen intactas. No obstante, dentro del Vaticano crecen las voces que reconocen la necesidad de establecer un protocolo más claro en caso de que su estado de salud se deteriore nuevamente.

La prolongada estancia del Papa en el hospital generó preocupación entre los fieles y líderes religiosos del mundo. Diversas conferencias episcopales enviaron mensajes de apoyo, y líderes de otras religiones expresaron su solidaridad. La imagen del Papa saliendo en silla de ruedas, acompañado por médicos y personal de seguridad, simboliza tanto su fragilidad física como su fortaleza espiritual.

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