Ebrard se faja y le contesta a China: “Fabriquen aquí” El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, respondió a las críticas de China sobre los nuevos aranceles mexicanos a productos asiáticos, reafirmando la postura gubernamental de condicionar el acceso al mercado interno a la inversión productiva local. En entrevista con la periodista Azucena Uresti, el funcionario explicó que la política comercial de México busca que las empresas que deseen vender en el país establezcan operaciones de manufactura dentro del territorio nacional, generando empleos y valor agregado para la economía mexicana. Ebrard centró su argumentación en el sector automotriz, ilustrando cómo las importaciones de vehículos provenientes de Asia, particularmente de China, no generan beneficio industrial para México al no incorporar componentes fabricados localmente. El secretario contrastó esta situación con la industria automotriz establecida en el país, que emplea a más de un millón de trabajadores y cuya actividad se vería amenazada por el incremento de importaciones que no contribuyen a la cadena productiva nacional. El excanciller detalló que la medida arancelaria específica para vehículos asiáticos consiste en un ajuste que eleva el gravamen del 20% al 50%, enfatizando que estos productos ya contaban con aranceles previos, pero que su nivel resultaba insuficiente frente a la dinámica de precios de los vehículos importados. Ebrard subrayó que el objetivo central de esta política consiste en proteger el empleo y la producción industrial mexicana, evitando que las importaciones masivas generen desempleo en un sector estratégico para la economía nacional. El secretario reveló que su dependencia mantiene diálogos activos con China, Corea del Sur y otros países afectados por la medida, buscando establecer marcos de entendimiento comercial que equilibren el acceso a mercados con la generación de valor local. Ebrard argumentó que, sin una respuesta regulatoria, los fabricantes asiáticos continuarían ganando participación de mercado en México mientras contribuyen negativamente al desempleo nacional, al no incorporar componentes mexicanos en sus cadenas de suministro. La posición del gobierno mexicano enfrenta una respuesta firme por parte de China, cuyo Ministerio de Comercio exigió formalmente la retirada de los aranceles y solicitó a México “corregir prácticas erróneas de unilateralismo y proteccionismo lo antes posible”. Las autoridades comerciales chinas advirtieron que las medidas arancelarias mexicanas “dañarán de manera considerable los intereses de socios comerciales como China”, reafirmando su oposición histórica a cualquier incremento unilateral de gravámenes. El comunicado oficial del gobierno chino recordó que los países resuelven sus diferencias comerciales mediante acuerdos y negociaciones bilaterales o multilaterales, no mediante medidas unilaterales que perjudican el desarrollo del comercio mundial y afectan intereses económicos legítimos. Esta postura refleja la tensión generada por la decisión mexicana, aprobada recientemente por el Senado de la República, que establece aranceles del 50% para una amplia gama de productos provenientes de países asiáticos sin tratados de libre comercio con México. El intercambio de declaraciones configura un escenario de negociación complejo donde México busca utilizar el acceso a su mercado interno como palanca para atraer inversión industrial, mientras China defiende los principios del libre comercio y advierte sobre las consecuencias negativas de medidas proteccionistas. La disputa refleja tensiones más amplias en el comercio global, donde países con grandes capacidades manufactureras como China enfrentan crecientes barreros en mercados que buscan desarrollar o proteger sus propias industrias domésticas. Ebrard fundamenta la política arancelaria en un criterio de reciprocidad industrial: quienes deseen vender en México deben también producir en el país, generando empleos y encadenamientos productivos. Esta postura representa un giro hacia un modelo de comercio administrado que prioriza el desarrollo industrial local sobre el acceso a bienes importados de bajo costo, en un contexto donde la competencia asiática ha reconfigurado las cadenas globales de suministro y los patrones de consumo en numerosos mercados emergentes. La evolución de este diferencial comercial dependerá de la capacidad de ambas partes para encontrar fórmulas de compromiso que concilien el interés mexicano en atraer inversión productiva con el interés chino en mantener el acceso a un mercado consumidor de gran tamaño, mientras se evita una escalada de medidas restrictivas que podría afectar flujos comerciales más amplios y las relaciones económicas bilaterales construidas durante décadas de intercambio comercial creciente



