El 1 de octubre de 2024, Irán lanzó cerca de 200 misiles balísticos hacia Israel, específicamente contra las ciudades de Tel Aviv y Jerusalén. Este ataque fue una respuesta directa al asesinato de líderes clave del movimiento Hamás e Hizbolá, incluido Ismail Haniyeh y Hassan Nasrallah, perpetrado por Israel en los días anteriores. Las sirenas antiaéreas sonaron por todo Israel, lo que obligó a la población a buscar refugio durante el ataque, que duró aproximadamente una hora. El 90% de los misiles alcanzaron sus objetivos, entre ellos bases militares y de seguridad clave en Israel.
A pesar de la intensidad del ataque, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) reportaron que las bajas fueron limitadas, gracias en gran parte a la activación de sus sistemas de defensa antimisiles. Israel respondió de inmediato, atacando posiciones de Hezbollah en Beirut y prometiendo represalias más contundentes si los ataques continuaban.
La situación ha generado una fuerte escalada en la región, con advertencias de parte de Irán de que cualquier intento de intervención de Estados Unidos o sus aliados será considerado como una provocación directa, lo que aumenta las tensiones en todo Medio Oriente. Israel, por su parte, ha afirmado que Irán “pagará un alto precio” por este ataque, según declaraciones del primer ministro Benjamin Netanyahu.
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