Ciudad de México, 30 de julio de 2025 – La embajada de Israel en México emitió un comunicado en el que niega rotundamente estar provocando una crisis humanitaria en la Franja de Gaza, y responsabiliza al grupo armado Hamás de obstaculizar de manera deliberada la distribución de ayuda internacional. El pronunciamiento surge en medio de crecientes críticas por parte de medios internacionales y organizaciones no gubernamentales que señalan al Estado israelí por el agravamiento de la situación humanitaria en el enclave palestino.

En el documento, la legación diplomática afirma que el gobierno israelí ha implementado corredores humanitarios y pausas diarias en los operativos militares para permitir la entrada de suministros médicos, alimentos y agua. Sin embargo, acusa a Hamás de desviar la ayuda con fines políticos y militares, impidiendo que llegue a la población civil más vulnerable.

“La comunidad internacional debe saber que no es Israel quien bloquea la ayuda. Es Hamás quien se adueña de los recursos, los esconde en túneles y los utiliza para seguir atacando. Mientras tanto, manipulan imágenes y testimonios para convertir el sufrimiento de los gazatíes en propaganda”, señala el comunicado.

Asimismo, la embajada cuestionó la veracidad de las imágenes difundidas recientemente por varios medios de comunicación, en las que se muestra a civiles palestinos en condiciones extremas de desnutrición y hacinamiento. Según la representación israelí, muchas de estas imágenes han sido utilizadas fuera de contexto o pertenecen a periodos anteriores al actual conflicto.

La postura del gobierno israelí llega en un momento crítico: diversas agencias de la ONU, incluida la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), han alertado que el acceso a Gaza sigue siendo altamente limitado. También han denunciado que el número de desplazados internos supera los dos millones de personas, y que el sistema de salud se encuentra colapsado.

A nivel político, el tema se ha vuelto motivo de debate en diversos foros multilaterales. Mientras algunos países europeos insisten en una intervención internacional más activa para frenar las hostilidades, el gobierno de Israel ha reiterado que sus acciones militares responden a la legítima defensa frente a ataques terroristas. Argumenta, además, que la entrega de ayuda depende de que no sea utilizada como escudo por organizaciones armadas.

Desde la óptica israelí, cualquier intervención humanitaria debe estar condicionada a la neutralidad de los organismos involucrados. Por ello, ha manifestado su desconfianza hacia ciertas agencias que, según afirma, han colaborado inadvertidamente con estructuras asociadas a Hamás.

La declaración también fue acompañada por una defensa del derecho de Israel a proteger su territorio. La embajada en México señaló que la operación militar en Gaza tiene como objetivo desmantelar las capacidades bélicas de Hamás y restaurar la seguridad para la población civil israelí, afectada por ataques constantes con cohetes y drones lanzados desde el territorio palestino.

En contraste, organizaciones como Médicos Sin Fronteras y la Cruz Roja han denunciado que las condiciones en los hospitales de Gaza son insostenibles, y que la falta de electricidad, combustible y medicamentos amenaza con generar una catástrofe sanitaria sin precedentes. Estas organizaciones también han acusado a Israel de no garantizar el paso seguro de convoyes humanitarios, a pesar de los anuncios oficiales.

La narrativa sobre quién impide realmente la llegada de ayuda a Gaza se ha convertido en un campo de batalla político y mediático. Mientras Israel insiste en que Hamás es el principal obstáculo, muchos observadores internacionales consideran que el control militar ejercido por el Estado israelí sobre los accesos a Gaza constituye, de facto, un cerco que impide la atención urgente de la crisis.

Por ahora, no parece haber una solución inmediata a la vista. El conflicto continúa escalando, y con él, el sufrimiento de la población civil. En medio de los reproches cruzados, la comunidad internacional se enfrenta al reto de establecer canales confiables de ayuda humanitaria que puedan operar en condiciones mínimas de seguridad y neutralidad.

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