Un desafío global, una respuesta local
En medio de la creciente tensión geopolítica en Oriente Medio, la presidenta Claudia Sheinbaum reafirmó que México no verá reflejado el posible cierre del Estrecho de Ormuz en los precios de los combustibles. Este corredor, por donde transita alrededor del 20 % del petróleo mundial, ha centrado la alarma global tras la aprobación en el parlamento iraní de una medida que podría interrumpir el flujo de crudo.
Herramientas nacionales para contener los precios
La estrategia mexicana se apoya en dos pilares principales: la autosuficiencia energética y la intervención fiscal. Por un lado, el país cuenta con ocho refinerías —incluyendo Dos Bocas en Tabasco y la adquisición de la planta Deer Park en Texas— que en conjunto pueden atender la demanda nacional de gasolina y diésel. En ese sentido, Sheinbaum subrayó que México “ya prácticamente refina todo el petróleo que produce”, reduciendo la dependencia de importaciones.
Por otro lado, existe un mecanismo fiscal activo que actúa cuando los precios internacionales suben: el subsidio al IEPS. En palabras de Sheinbaum, si el precio internacional se dispara, “el IEPS permitiría mantener los precios estables en México”, blindando así a los consumidores frente a shocks externos.
Contexto reciente y condiciones vigentes
Tras ataques estadounidenses a instalaciones nucleares en Irán (Fordow, Natanz), el parlamento del país aprobó el cierre del Estrecho. Aunque la decisión definitiva está en manos del Consejo de Seguridad Nacional de Irán, el mercado reaccionó de inmediato: los precios del petróleo crudo aumentaron entre 11 % y 16 % en lapsos de pocos días.
En ese escenario, la producción nacional de crudo (1.6 millones de barriles diarios) y la operación en velocidad de las refinerías ya instaladas vuelven a México menos vulnerable. Sin embargo, la importación de turbosina y gas natural sigue siendo necesaria, por lo que las autoridades reconocen que aún existen pendientes logísticos por atender.
Más allá de las cifras: soberanía y política exterior
Sheinbaum también enmarcó la medida en una visión más amplia de soberanía energética y compromiso con la no intervención internacional. Atribuyó la mejora en el sistema de refinación a decisiones de inversión recientes y reafirmó el principio de “cada pueblo decide su propio gobierno”, alineado con la política exterior tradicional de México.
Además, enfatizó que ante una posible escalada global del precio del crudo, se activaría inmediatamente el IEPS para evitar traslados al consumidor.
Riesgos y posibles desafíos
Aunque el panorama parece controlado, persisten riesgos: un cierre prolongado del Estrecho, mayor escalada militar, o fallas técnicas en el sistema de refinación o transporte podrían desestabilizar el esquema y obligar a importar más energía. Asimismo, la dependencia parcial del gas natural trae consigo vulnerabilidades, especialmente en el sector eléctrico.
Conclusión
México entra en una fase de relativa tranquilidad frente al conflicto global gracias a la combinación de refinación doméstica ampliada y herramientas fiscales como el IEPS. No obstante, la estabilidad no es absoluta: cualquier nuevo episodio en Oriente Medio podría amenazar el equilibrio alcanzado. La estrategia puesta en marcha representa un paso significativo hacia una mayor autosuficiencia, pero también enfrenta variables externas que podrían ponerla a prueba.
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