Muere Tomiko Itooka, la más anciana del mundo

Tomiko Itooka, la persona más anciana del mundo, fallece a los 116 años en Japón, dejando un legado de longevidad impresionante.

Introducción

Tomiko Itooka, quien fue reconocida como la persona más longeva del mundo, falleció a los 116 años el 29 de diciembre de 2024 en Ashiya, Japón. Nacida el 23 de mayo de 1908 en Osaka, Itooka vivió una vida ejemplar, marcada por su actividad física, una familia amorosa y una salud impresionante que la llevó a alcanzar una longevidad destacada. En el momento de su fallecimiento, Tomiko se encontraba en una residencia de ancianos, rodeada de seres queridos. Su vida no solo fue testigo de los cambios históricos y sociales de Japón, sino también de la belleza de la longevidad en sí misma.

Primeros Años y Familia

Tomiko Itooka nació en una familia de clase media en Osaka, siendo la mayor de tres hermanos. Desde joven, mostró interés por el deporte y el trabajo físico, actividades que le acompañarían a lo largo de su vida. En su juventud, formó parte de equipos deportivos, como voleibol, lo que le permitió mantenerse activa y en buena forma física.

Se casó con Kenji Itooka, un hombre que dirigía una empresa textil en Japón. Juntos tuvieron cuatro hijos, con quienes formó un hogar lleno de amor y enseñanzas sobre la importancia de la salud y el trabajo. Durante los años de crianza, Tomiko demostró ser una madre ejemplar, al mismo tiempo que manejaba diversas responsabilidades en su hogar.

Desafíos Durante la Segunda Guerra Mundial

Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón enfrentaba muchas dificultades, Tomiko asumió un papel crucial al gestionar la empresa textil familiar, lo que le permitió mantener la estabilidad económica del hogar. Su esposo, Kenji, trabajaba en Corea, lo que significaba que ella debía equilibrar tanto su rol como madre como empresaria. Este período de adversidad no solo fortaleció su carácter, sino que también le enseñó a adaptarse a los cambios y a ser resiliente frente a las circunstancias difíciles.

Manteniéndose Activa Durante su Edad Avanzada

A lo largo de su vida, Tomiko adoptó un estilo de vida muy activo. En sus 70 años, decidió ascender el Monte Nijō, un desafío que logró con éxito. Esta hazaña no fue un caso aislado, ya que, en varias ocasiones, ascendió el Monte Ontake, famoso por su belleza natural.

A los 100 años, Tomiko aún subía sin ayuda cada escalón del Santuario de Ashiya, un acto que sorprendió a muchos debido a su vitalidad. A lo largo de los años, participó también en el peregrinaje Saigoku Kannon, un recorrido espiritual que la llevó a visitar más de 33 templos. Esta rutina de ejercicio, junto con su participación en actividades de bienestar espiritual, le permitió mantener una salud notablemente buena durante sus últimos años de vida.

Su Secreto de Longevidad

Tomiko atribuyó su longevidad a una dieta sencilla pero efectiva. Según la propia Tomiko, su consumo habitual de plátanos y el consumo de Calpis, una bebida láctea japonesa probiótica, fueron claves para su longevidad. Aunque no existe evidencia científica que respalde completamente estos alimentos como factores decisivos en su vida, su estilo de vida saludable es indudablemente un testimonio de la importancia de una dieta equilibrada y hábitos saludables.

Además, Tomiko vivió rodeada de una familia que le brindó apoyo constante y afecto. Esto, junto con su enfoque positivo sobre la vida, es considerado un factor importante que contribuyó a su excepcional longevidad.

Reconocimientos Internacionales

En septiembre de 2024, Tomiko fue reconocida por Guinness World Records como la persona más longeva del mundo, un título que mantuvo hasta su fallecimiento. Este reconocimiento llegó tras el deceso de Maria Branyas Morera, quien había ostentado el título antes de ella. Tomiko, en una entrevista reciente, expresó su gratitud por el reconocimiento, y comentó que la clave para su larga vida fue simplemente seguir adelante cada día con la esperanza de que el siguiente fuera aún mejor.

Fallecimiento y Legado

Tomiko Itooka falleció en su residencia de ancianos en Ashiya el 29 de diciembre de 2024, a la edad de 116 años y 220 días. Su legado perdura no solo como la persona más longeva del mundo, sino como un ejemplo de cómo llevar una vida activa, plena y llena de sentido. Le sobreviven cuatro hijos, cinco nietos y varios bisnietos, quienes continúan celebrando su vida con amor y gratitud.

La noticia de su fallecimiento fue recibida con tristeza, pero también con un profundo respeto por la marca que dejó en la historia de la longevidad humana. Tomiko Itooka es recordada como un símbolo de la resiliencia, la importancia de mantenerse en movimiento y de vivir con alegría cada día.

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