El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió al centro del debate público tras elogiar públicamente la campaña publicitaria de la actriz Sydney Sweeney para la marca American Eagle, mientras lanzaba duras críticas contra la cantante Taylor Swift. En un mensaje difundido a través de su red Truth Social, Trump calificó el anuncio como “la publicidad más ardiente del momento” y acusó a Swift de haber perdido popularidad debido a sus posturas políticas.
La campaña de Sweeney, titulada “Sydney Sweeney Has Great Jeans”, juega con la doble lectura entre “jeans” (pantalones de mezclilla) y “genes” (genética), lo que ha sido interpretado por algunos críticos como una insinuación de superioridad genética. La actriz, que en el anuncio menciona “mis genes son azules” mientras viste unos pantalones de mezclilla, ha sido asociada públicamente con posturas conservadoras, lo que ha reforzado su perfil dentro de ciertos sectores del electorado republicano.
Trump no solo elogió la campaña, sino que aprovechó la ocasión para atacar a Taylor Swift, a quien ha criticado en múltiples ocasiones por apoyar a candidatos demócratas, incluida Kamala Harris en las elecciones de 2024. “Desde que dije públicamente que no la soporto, ella ya no es sexy”, escribió, añadiendo que “ser republicano es lo que hay que ser”. Estas declaraciones fueron recibidas con entusiasmo por seguidores del expresidente y con fuerte rechazo por parte de sus detractores.
La reacción del público y del mercado no tardó en manifestarse. Las acciones de American Eagle registraron un incremento superior al 20 % tras el lanzamiento de la campaña y el respaldo de Trump, en lo que analistas financieros describen como una respuesta típica de los nuevos tiempos, donde la política y el consumo están cada vez más entrelazados. No obstante, también se observaron protestas en redes sociales, acusando a la marca de trivializar conceptos sensibles como la eugenesia o el privilegio racial.
El gobierno estadounidense, actualmente bajo control republicano, respaldó la campaña. Funcionarios de la Casa Blanca y figuras clave como el vicepresidente JD Vance defendieron el contenido del anuncio y criticaron la “cultura de la cancelación” que, según dijeron, intenta censurar toda manifestación estética tradicional. Vance incluso calificó de “antiestadounidenses” a quienes señalaron connotaciones racistas en el anuncio, alegando que se trata simplemente de una expresión de orgullo y belleza nacional.
El silencio de Sweeney ante la controversia ha sido interpretado como una postura calculada para no alimentar la polémica, mientras que Taylor Swift no ha hecho declaraciones al respecto, aunque ha mantenido su activismo a través de otras plataformas. Expertos en imagen pública han advertido que esta dinámica forma parte de una estrategia clara de Trump: confrontar figuras culturales progresistas con íconos conservadores para polarizar emocionalmente al electorado y reforzar su narrativa de oposición al “establishment liberal”.
A nivel más amplio, el caso pone en evidencia cómo incluso un anuncio comercial puede convertirse en un catalizador político. Lo que comienza como una campaña de mercadotecnia se transforma rápidamente en un campo de batalla ideológico, donde la identidad, el género, la raza y la afiliación política se entrecruzan. Para Trump, respaldar a Sweeney y atacar a Swift sirve tanto para reafirmar su control sobre una base culturalmente conservadora como para provocar a sus opositores.
El episodio también refleja cómo la línea entre el espectáculo y la política sigue desdibujándose en Estados Unidos. Celebridades como Sweeney y Swift, aun desde trincheras distintas, se convierten en símbolos de una cultura profundamente dividida. La capacidad de Trump para capitalizar estos momentos demuestra que la guerra cultural sigue siendo un arma política de enorme poder, especialmente en un ciclo electoral que ya está en marcha.
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