Washington D.C., 31 de julio de 2025 – El expresidente de Estados Unidos y actual candidato a la reelección, Donald Trump, ha generado nuevas tensiones diplomáticas al advertir que cualquier acuerdo comercial futuro con Canadá podría verse bloqueado si el gobierno de Ottawa continúa adelante con su intención de reconocer formalmente al Estado palestino ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre.
La declaración se produjo durante un mitin en Ohio, donde Trump afirmó que “ningún país que respalde abiertamente a enemigos de Israel debe esperar acuerdos favorables con Estados Unidos”. Si bien sus comentarios no se tradujeron en medidas inmediatas, sus palabras marcaron un cambio significativo en la relación bilateral con Canadá, tradicionalmente uno de los aliados más cercanos de Washington.
La primera ministra canadiense, Chantal Tremblay, anunció el lunes que su gobierno apoyará una resolución para otorgar el reconocimiento pleno del Estado palestino dentro de la ONU. Esta postura coloca a Canadá en línea con otras naciones occidentales, como Francia, España e Irlanda, que en los últimos meses han expresado apoyo formal a la creación de un Estado palestino como vía para una solución pacífica en Medio Oriente.
Tremblay defendió la decisión como una expresión de compromiso con el derecho internacional y los principios humanitarios, subrayando que “reconocer a Palestina no significa negar a Israel, sino afirmar que la coexistencia es posible y necesaria”. En respuesta, Trump acusó al gobierno canadiense de “traicionar los valores compartidos” y aseguró que bajo su mandato ningún país que dé ese paso gozará de acceso preferencial al mercado estadounidense.
El gobierno de Estados Unidos, aunque aún no ha emitido una postura oficial mediante la Casa Blanca o el Departamento de Estado, enfrenta presiones internas para aclarar si el reconocimiento de Palestina por parte de aliados será considerado un factor de ruptura en futuras negociaciones comerciales. La retórica de Trump añade presión a una administración dividida, que busca equilibrar su respaldo histórico a Israel con las demandas crecientes de la comunidad internacional respecto a la crisis humanitaria en Gaza.
Organismos multilaterales y defensores de los derechos humanos han recibido con optimismo la decisión de Canadá, considerándola un avance simbólico que podría reactivar las conversaciones de paz congeladas desde hace años. Sin embargo, sectores más conservadores, especialmente en Estados Unidos e Israel, ven con alarma el reconocimiento como un respaldo indirecto a las acciones de Hamás, organización considerada terrorista por múltiples gobiernos.
Analistas internacionales advierten que el condicionamiento de relaciones comerciales a decisiones diplomáticas sobre Palestina representa un nuevo nivel de presión política y podría establecer un precedente problemático. En palabras del politólogo norteamericano Henry Woodrow, “vincular comercio con alineamiento diplomático en temas tan sensibles convierte la política exterior en un instrumento de castigo y no de cooperación”.
Desde Israel, el gobierno celebró la posición de Trump. El ministro de Exteriores, Eli Cohen, agradeció públicamente la “firmeza moral” del expresidente y aseguró que su liderazgo es necesario para evitar que “la causa palestina se convierta en una herramienta de propaganda contra Israel”.
El anuncio también ha generado reacciones mixtas dentro del propio Canadá. Mientras sectores progresistas celebraron el paso hacia una política exterior más independiente, la oposición conservadora advirtió sobre los posibles costos económicos de la decisión. En particular, señalaron que una ruptura con Estados Unidos podría afectar industrias clave como la automotriz, la agrícola y la tecnológica, todas profundamente integradas con la economía estadounidense.
Por su parte, portavoces palestinos en la ONU agradecieron la postura del gobierno canadiense, calificándola como un “acto de valentía política” que reconoce décadas de marginación diplomática. Sin embargo, recordaron que el reconocimiento debe ir acompañado de acciones concretas para frenar los ataques en Gaza y promover una solución negociada.
En este contexto, el panorama comercial entre Estados Unidos y Canadá entra en una fase de incertidumbre. A tan solo semanas de que se retomen las negociaciones sobre el Acuerdo de Cooperación Económica del Norte, las amenazas de Trump podrían congelar los avances logrados hasta ahora, especialmente si se radicaliza la narrativa electoral en torno a Israel y Palestina.
Este episodio subraya el creciente peso de los conflictos internacionales en las relaciones comerciales contemporáneas, donde las alianzas estratégicas ya no dependen únicamente de tarifas, mercados y tratados, sino también de posturas ideológicas, narrativas simbólicas y valores percibidos.
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