Revelaciones del informe

Una investigación publicada por Reuters muestra el rol secreto pero central que ha tenido la CIA en la lucha contra los cárteles en México. Desde la década de los 90, la agencia ha contribuido —frecuentemente sin ser reconocida públicamente— en operaciones clave para detener a altos narcotraficantes, como Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Lo ha hecho mediante el entrenamiento, financiamiento y apoyo en inteligencia de unidades élite del ejército y la marina mexicanas, conformadas bajo estándares de supervisión conocidos como “CIA vetted units”.

Operativos y técnicas encubiertas

La captura de Ovidio en enero de 2023 contó con apoyo decisivo de la CIA, que proporcionó plataformas de intervención de comunicaciones, un “targeting package” (dossier de objetivos) y asistencia de un informante dentro del círculo cercano al hijo del Chapo. Aunque la operación fue ejecutada por militares mexicanos, la agencia estadounidense estuvo directamente involucrada en la planeación y supervisión.
Actualmente existen al menos dos unidades activas bajo este esquema: una del ejército y otra de inteligencia naval. En el pasado también funcionaron equipos especiales en la Policía Federal, la Fiscalía y algunas policías estatales, siempre con participación encubierta de la agencia estadounidense.

Riesgo de militarización y consecuencias

El involucramiento de la CIA en México no solo ha generado golpes contra el crimen organizado, sino también efectos colaterales severos. Entre ellos destacan la fragmentación de cárteles, la multiplicación de células criminales más violentas y la agudización de las disputas territoriales.
Además, expertos señalan que la estrategia reproduce esquemas contrainsurgentes que no necesariamente responden a la complejidad del narcotráfico en México. A pesar de detenciones relevantes, el flujo de drogas —en particular de fentanilo— no se ha detenido.

Recursos, prioridades y críticas

Durante la administración de Donald Trump, la CIA recibió un incremento presupuestal específico para fortalecer su capacidad de acción en México. Con ello, se financiaron operaciones de inteligencia, logística y armamento especializado.
Sin embargo, críticos subrayan que mientras se enfocaba en atrapar capos de renombre, se descuidó la vigilancia del auge del fentanilo, una droga que para 2020 ya provocaba decenas de miles de muertes anuales en Estados Unidos. Esa omisión dejó en evidencia la falta de anticipación de la estrategia.

Transparencia, soberanía y cooperación bilateral

Aunque formalmente las operaciones requerían el aval del gobierno mexicano, la naturaleza encubierta de la participación de la CIA genera tensiones sobre la soberanía nacional. La opacidad con la que se condujeron estas colaboraciones también plantea interrogantes sobre rendición de cuentas y transparencia, tanto en México como en Estados Unidos.
El papel oculto de la agencia ha evitado debates públicos y políticos sobre los alcances de la cooperación, a pesar de que su influencia en operativos de alto impacto ha sido decisiva.

Contexto estratégico y balance de logros

La estrategia estadounidense refleja una lógica de desarticulación de liderazgos criminales tradicionales, lo que ha dado algunos resultados inmediatos. Sin embargo, al mismo tiempo, ha dejado un terreno fértil para que nuevas organizaciones surjan y llenen los vacíos de poder. El modelo, aunque efectivo en ciertos golpes mediáticos, no ha logrado disminuir los niveles de violencia ni frenar el flujo de drogas sintéticas.
Los críticos insisten en que una respuesta más integral debería incluir inversión en justicia social, salud pública y programas de prevención, complementando las acciones de inteligencia y seguridad.

Conclusión

El informe de Reuters revela la magnitud del involucramiento encubierto de la CIA en México, poniendo en relieve un modelo de cooperación que ha sido efectivo en operaciones de alto perfil pero cuestionado en sus resultados de largo plazo. El futuro de la estrategia bilateral dependerá de encontrar un equilibrio entre efectividad, respeto a la soberanía y construcción de políticas de seguridad sostenibles.

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