2024, el año más letal para trabajadores humanitarios

En 2024 fueron asesinados 377 trabajadores humanitarios, la cifra más alta registrada; ONU exige mayor protección.

Un récord trágico en la protección de quienes brindan ayuda en zonas de conflicto

Introducción

El año 2024 ha sido señalado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el más mortífero para los trabajadores humanitarios, registrando 377 muertes violentas en 20 países. Esta cifra representa un incremento de más de 100 muertes en comparación con 2023, lo que evidencia una creciente vulnerabilidad de estos profesionales en contextos de violencia, guerra y colapso institucional.

Contexto global de la violencia

Las muertes se concentraron principalmente en zonas de conflicto armado como Sudán, Siria, Yemen, República Democrática del Congo, Ucrania y la Franja de Gaza. En muchas de estas regiones, los trabajadores humanitarios fueron blanco directo de ataques deliberados por parte de grupos armados, tanto estatales como no estatales.

Los conflictos prolongados, el colapso del orden institucional y la ausencia de mecanismos efectivos de protección han convertido a los trabajadores humanitarios en víctimas recurrentes de secuestros, ataques a convoyes de ayuda, bombardeos a hospitales o centros de distribución de alimentos, e incluso ejecuciones extrajudiciales.

Factores agravantes y amenazas emergentes

Uno de los factores más preocupantes es la creciente criminalización de la labor humanitaria en ciertos países. En algunos contextos, brindar asistencia a poblaciones desplazadas, migrantes o comunidades en territorios controlados por grupos insurgentes es visto como una acción política, lo que coloca a las organizaciones humanitarias en la mira de regímenes autoritarios o facciones armadas.

Asimismo, el cambio climático y los desastres naturales también han puesto en riesgo a trabajadores de campo, especialmente en regiones donde la infraestructura es frágil y la seguridad básica no está garantizada.

Impacto en la acción humanitaria global

El aumento de las agresiones ha provocado una reducción en el número de misiones internacionales y ha obligado a varias agencias a suspender operaciones en territorios considerados “de alto riesgo”. Esto, a su vez, deja a millones de personas sin acceso a alimentos, medicinas, agua potable o refugio, agravando las crisis humanitarias existentes.

Algunas organizaciones, como Médicos Sin Fronteras o el Comité Internacional de la Cruz Roja, han tenido que modificar sus protocolos de intervención, implementar mecanismos de negociación con actores armados y rediseñar sus rutas de entrega de ayuda para evitar emboscadas o zonas de fuego cruzado.

Llamados a la acción

Ante esta situación, Naciones Unidas y organizaciones humanitarias han hecho un llamado urgente a los gobiernos y actores armados a respetar el derecho internacional humanitario y garantizar la protección de quienes brindan asistencia. Se ha reiterado la necesidad de que los Estados asuman su responsabilidad de proteger a los trabajadores humanitarios y persigan a los responsables de estos crímenes.

También se ha propuesto fortalecer los mecanismos de seguridad, mejorar los sistemas de alerta temprana, y proporcionar formación especializada en seguridad y negociación a las personas que trabajan en campo.

Conclusiones

El 2024 quedará marcado como un año oscuro para la labor humanitaria internacional. Las 377 vidas perdidas no solo representan una tragedia personal para sus familias y comunidades, sino también un llamado urgente a repensar la seguridad, la diplomacia y los compromisos internacionales en torno a la protección de quienes ayudan a otros. Si el mundo no actúa con firmeza, el futuro de la acción humanitaria podría estar en riesgo.

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